Opinión.
Escrito el 31 de diciembre del 2012, durante la tarde. Se terminaba un año y...
Dice la teoría del Big Bang que luego de la explosión que dio origen al universo sobrevino un periodo de aproximadamente 10−43 segundos tras el cual recién podemos hablar de la existencia del tiempo y el espacio: la Era de Planck. No existe tiempo menor a este. ¿Por qué? Porque antes de la Era de Planck no hay ningún fenómeno periódico que permita medirlo. Dijo alguna vez Albert Einstein que el tiempo es “aquello que mide el reloj”. Vaya frase acertada, nada más ni nada menos. ¿Y no son acaso los relojes aparatos que registran fenómenos periódicos, ya sea con un tic tac en la muñeca o con la rotación de la Tierra alrededor del Sol?
Aquello significa que la medición del tiempo es puramente humana, una necesidad de reafirmar nuestra penosa existencia sobre la Tierra, de poder mirar hacia el pasado y hacia el futuro con los pies firmes en la certeza de un presente conocido. Un artilugio más en la lucha de nuestra raza por encontrarse a sí misma dentro de su incurable incertidumbre. Y por eso, el fin de año se convierte en todo un acontecimiento, porque significa nuestro reconocimiento de que cerramos un ciclo y comenzamos otro que puede ser mejor o peor, pero que, en tanto otro, será diferente. Aun cuando las cosas estén aquí y ocurran más allá de nuestro calendario. No importa, hoy termina el 2012 y urge mirar hacia atrás con los pies firmes en este 31 de diciembre. ¿Qué pasó en el año que se va?
Primero, pasemos la escoba por casa. En esta tierra del Inca, varios hashtags han alborotado nuestra no tan políticamente activa existencia. De todos, el que merece ir a la cabeza del pelotón, por el grado de polarización que provoca, es el de la Revocatoria. Siendo jalada, literalmente, por una gran corriente de agua hacia el abismo, la alcaldesa es la expresión paradigmática del caviarismo en la gestión pública. Es verdad, en persona es un amor, le brillan los ojos cuando habla de una Lima más inclusiva, verde, honesta… pero vamos, Susana, ¡te van a sacar! La MML tiene que avanzar años luz en comunicación institucional para explicarle a la población el porqué de muchas cosas. Por qué el Metropolitano está colapsando y demora la segunda ruta, por qué el mar se llevó la Costa Verde, por qué el río se tumbó Vía Parque Rímac, por qué no se llega a un acuerdo con los transportistas, etc. La Revocatoria debe darse porque es un proceso democrático –que hoy sus aliados quieren descalificar hipócritamente, por cierto–, pero está clarísimo que es un acto de pura piconería política sin ninguna búsqueda real de beneficio para los ciudadanos. Ojalá Villarán deje de tirarle carne a los buitres. Que no nos sigan utilizando.
Por detrás, cierra un año complicado la pareja presidencial –nunca mejor utilizado ese término. Resulta ya bastante obvio que Humala se subió al micro del nacionalismo solo porque era un buen anzuelo para los pobres del país, pero que luego aplicó un tremendo pragmatismo militar para que las cosas caminen. Gracias a Dios y que lloren los despechados. La economía del país continúa teniendo indicadores sólidos a nivel macro, la única base posible para las tan mentadas iniciativas de inclusión social, con un ministro de economía acertado y un manejo de la crisis internacional que ha amortiguado sus efectos. Aunque nos esperan tiempos duros de reajuste, parece, por ahora, que catástrofes monetarias como las de los ochenta solo las volveremos a ver en los libros de historia.
Pero otro fantasma de aquellos años se asoma vestido de rojo. Si la estupidez de los encargados de nuestra seguridad quedó plasmada en el desalojo de La Parada, su ineficiencia para combatir a los remanentes de Sendero Luminoso es sintomática. El Movadef tiene presencia escandalosa en las universidades públicas, repitiendo el modelo usado hace cuarenta años. El Conare-Sutep se cuela en el magisterio, mientras el MinEdu no ata ni desata con los profesores ex senderistas, y encima deroga la Carrera Pública Magisterial por presión del sindicato. En el VRAEM, los Quispe Palomino caminan a sus anchas, aliados con el narcotráfico y con plantaciones propias, matando policías con tal facilidad que todos ya olvidaron la captura de Artemio a principios de año. Cuidado con los que acechan escondidos en las sombras del largo camino hacia el bienestar.
O hacia el conocimiento. Como nuestro Arzobispo, que no da puntada sin hilo. Poco a poco ha ido arrinconando a la PUCP debido a la ineptitud de sus autoridades para manejar el conflicto. A la orden del Vaticano de quitarle la primera y tercera letra de su nombre, se suman la prohibición a sus curas de enseñar teología y la posibilidad de otorgarle el ¿estatus? de católica a la USIL. Lo cierto es que este caso debería hacer pensar a todo ser humano que, en tanto dos veces sapiens, debería estar en la capacidad de reconocer un atentado contra su derecho más preciado: pensar libremente.
Ni modo, dejemos la casa y miremos a los vecinos. En Chile, Piñera se ha tenido que enfrentar a unas protestas estudiantiles dignas de admiración por un modelo de educación privatizada que no funciona porque el mercado laboral, aunque sólido, no garantiza la tranquilidad en el pago de las deudas al egresar. Además, debe encarar la última fase del diferendo limítrofe que sostiene con Perú en la Haya, país que –a pesar de lo que diga Alvarito– tiene sólidos argumentos para ganar. Aun así, Chile sigue liderando el continente en ingresos per cápita, con una economía encarrilada y unas instituciones sólidas que no tambalean ante los cambios de gobierno.
Al otro lado, Ecuador tiene al presidente más querido de la región. Rafael Correa ha sabido jugar sus cartas políticas, asilando a Julian Assange en uno de los hechos que marcó el año, al tiempo que censuraba sin asco a la prensa de su país. ¿Doble cara? Así es la política. Mientras tanto, Colombia cambió la firmeza de Uribe por la diplomacia de Santos contra las FARC. Los diálogos de paz se llevan a cabo en Cuba y ojalá, por fin, pueda terminar la guerra interna que desangra a ese país hace más de medio siglo.
En la República Oriental del Uruguay no solo ganaron la Copa América, sino que además tienen un presidente de puta madre, a quien no le dio miedo proponer la legalización de la marihuana o del aborto y que, a pesar de su pasado marxista, entiende muy bien de economía como para arruinar la de su país por unos cuantos votos. Como lo está haciendo Cristina K en Argentina, en donde ya emprendieron un camino sin retorno, con los signos típicos de los gobiernos pseudo-democráticos que pretenden aplicar esto que llaman “socialismo del siglo XXI”: inflación que quieren ocultar, tipo de cambio oficial con un mercado negro de dólares, tope de precio para algunos productos, escasez, populismo, censura a los medios de prensa opositores, etc. Con la pantalla de un nivel adquisitivo alto, los argentinos van camino a repetir un escenario como el del 2001 (gigantesco ‘perro muerto’ que todavía les trae consecuencias). Preparen las cacerolas.
Mientras en el Malecón de la Habana y en la Plaza de la Revolución corrían los rumores, por millonésima vez, de que Fidel Castro había muerto, su hermano Raúl tuvo que aceptar que el modelo que rige en la isla hace tantos años que los cubanos ya perdieron la cuenta no está funcionando, empezando a liberalizar la economía y los controles migratorios. Qué alegría. En tanto, su aliado estratégico, Venezuela, atravesó por una elección de la que todos estuvieron pendientes. Hugo Chávez tendrá, en teoría, seis años más para consolidar su proyecto, pero en la práctica, el año se acaba con rumores de que no llegaría ni al día del cambio de mando debido al cáncer que lo aqueja.
Tras la destitución de Lugo por el Senado en Paraguay que todos condenaron y en Bolivia… bueno, ¿qué más se puede decir de Bolivia?; no podemos cerrar este nuestro vecindario sudaca sin mencionar a Brasil, al que todos ven con ojos embelesados como el modelo de crecimiento con inclusión social. Negar los logros de los gobiernos de Lula y Dilma sería una canallada, pero sí es necesario darles una miradita. Cuando la economía mundial crece, todos se suben a su tronco y se dejan llevar por el caudal. Unos más, otros menos. Ahora, habría que ver cómo Brasil sortea la crisis, con un modelo que no incentiva la competencia. Eso sí, su magnitud es tal que, a pesar de la inmensa masa de pobres que arrastra, siempre será el polo al cual mirar en Sudamérica. Pero miremos con cuidado. Alguien ya parece habérselo dicho a Humala.
Las líneas se agotan y aparece la dura elección que tuvo que enfrentar el demócrata Barack Obama contra el republicano Mitt Romney. La victoria del primero nos dice algo más allá de la difícil situación económica que atraviesa Estados Unidos, nos revela una verdad cultural: en la primera potencia del mundo, las minorías eligen al presidente. La supremacía del grupo de blancos, cristianos, heterosexuales, etc., ya no es tal o, en todo caso, es mucho menos cerrada. En este 2012 que se va, quedó escrito que un negro no solo puede ser presidente de los Estados Unidos, sino que puede presentarse de nuevo y ser reelegido, aun en plena crisis. Hay ver cómo saca a su país de ella.
Pero si de crisis hablamos, debemos cruzar el charco. El 2012 fue un año para el olvido en la Euro Zona. El desfalque de países como Grecia, España o Portugal se agudizó, obligando a los alemanes a capitanear el barco a duras penas para sortear la tempestad. La cosa es seria. Los europeos están pagando los errores de sus antiguos gobiernos, quienes contrajeron deudas impagables para darle a su población el nivel de vida de un supuesto Estado de Bienestar (los aeropuertos en España son para reírse). Quitarles esos beneficios va a ser un quilombo político tremendo, con consecuencias como la popularización de partidos de extrema izquierda y extrema derecha como ocurrió en la última elección griega. No quitárselos significa hundirse más. No importa cuántos fondos salvavidas les tire el BCE, pues será como intentar llenar una tina sin tapón.
Los que han sabido de conflictos, sin embargo, están un poco más al sur. El Medio Oriente no aguanta “ni un fosforito más”. Irán estuvo desarrollando armamento nuclear, en lo que se asemeja a una eterna película de Bond, pero sin un agente secreto que salve la situación al final. Además, la primavera árabe dejó como rezago la guerra en Siria, donde los ríos de sangre que dejaron los combates en Damasco y en Alepo hicieron renunciar a Kofi Annan como enviado de paz y cerraron el año sin una luz de esperanza. El hambre y las enfermedades aún campean en África, pero bueno, eso no es particular al año que se va.
Es imposible cerrar este paseo sin llegar al otro lado de esta ciudad global, ahí donde van a parar las plegarias de nuestro ministro de economía, Luis Castilla. El gigante asiático renovó hace poco la cúpula directiva del partido gobernante, el Partido Comunista. Xi Jinping sustituirá en marzo próximo a Hu Hintao, pero parece ser no cambiarán mucho los lineamientos chinos para lidiar con los dos grandes problemas que aquejan al país: la desigualdad y la corrupción. Es verdad que valerse del capitalismo los ha hecho salir del enorme hoyo de miseria en el que se encontraban, pero si bien hoy los ubica como un polo de inversión al que todos miran, el hecho de que hayan niños que por Navidad pidan un avión, mientras otros piden un par de zapatillas es estremecedor. En China hay muchos, muchísimos pobres aún y con la desaceleración de la economía mundial el panorama se les presenta bastante oscuro. Prendamos velitas.
Pero antes saquemos el champagne, el vodka, las chelas y a juerguear como si no hubiera un mañana. Porque se va un año más y las ruedas del bus siguen girando, sin importar quienes se hayan bajado. Porque parte de nuestra existencia en la Tierra consiste en aceptar que algunas cosas pasan y no podemos cambiarlas, mientras luchamos por creer que algún día pondremos nuestro granito de arena para que mejoren. Quizás estén mejorando, quizás no. Lo cierto es que se va el 2012 y todo sigue siendo igual de relativo que antes. Salud.
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