Vistas de página en total

20 mayo 2013

De ilógicas y chorrigolazos

Queja, exudación. Eso que brota después de casi todos los partidos de la selección. 

Tú sabes que todavía duele. Sabes que por más que intentes mirar a otro lado, cada pelota, cada cancha, cada finta o amague te trae de vuelta la impotencia, la montaña rusa de emociones en la que, por ensañamiento del destino, al final del viaje siempre terminas abajo. Bien abajo. Así que no intentes seguir entrenando tu estoicismo, no trates de hacer pasar tus comentarios por racionales, por imparciales, por desposeídos de ese “váyanse todos al carajo” que aun tienes ganas de gritar y con razón.

Sí, tú tranquilo, puedes rendirte al calor de esas emociones, andas con todo el derecho. Sabes que cuando llegue el momento de ver rodar esa pelotita, hayas dicho lo que hayas dicho, vas a estar ahí, en la cancha o en la tele, comiéndote las uñas, mordiendo el cuello de tu camiseta de franja roja, echándote unas ave marías que, por extrañas que sean a tu actuar diario, no dejarán de ser lo más sincero que brote de ti en ese momento. Y sabes, además, que del resultado de ese partido dependerá tu ánimo toda una semana, quizás todo un mes, quizás hasta que tengas la oportunidad de desquitarte volviendo a mirar la pelotita en el centro de ese verde odioso, pero tan familiar. Tal vez no te guste, pero lo sabes.

Te hablo a ti, por si no te quedó claro. A ti que hiciste tus pininos viendo al ‘Zancudo’ Olivares meterse el autopase por la banda izquierda para correr por afuera de la cancha porque jugaba con el pie cambiado, o a Julinho haciendo bailar samba a los laterales rivales. A ti que los chorrigolasos te significan algo, porque cuando ibas al viejo José Díaz años después y las cosas se ponían difíciles, la solución era mirar al banco y corear el nombre de un Roberto Palacios inacabable. Porque cuando la hora es la hora, comienza un partido en el que hablan las imágenes y en el que, ante cualquier peligro en el área peruana, sientes la necesidad de decirle al ‘Camello’ Soto que ‘descongestione’ porque no vale parpadear en esa zona de la defensa. A ti, pues, porque la fórmula del saque rápido de Balerio y el pivoteo de Maestri te trae recuerdos de los primeros abrazos de gol entre tíos mayores y primos que empezaban junto a ti a descubrir ese amor blanquirrojo.



Pero te hablo también a ti porque debutaste en las lides del sufrimiento muy joven, ¡y qué sufrimiento!, ese 12 de octubre de 1997 en Santiago. Esa noche en la que recién empezabas a entender el sentido de patria y de muchas otras cosas, pero el vejamen que sufrió esta hasta hoy te remuerde el alma, porque el grito de Salas en la cara del ‘Viejo’ te duele más que todas las historias que te han contado de la guerra con los chilenos. Porque, entre flashes y recuerdos, aun puedes reconocer esas caras asustadas al cantar el himno nacional –silenciado por las pifias de una tribuna pintada con los colores del enemigo– que deshonrosamente llevaron puesta la rojiblanca en aquella jornada. Y te acuerdas de ti queriendo levantarlo al viejo, queriendo darles un par de sopapos a esos tipos para desahuevarlos, para que entendieran que llevaban puesta en la piel la esperanza de un país que no terminaba de sangrar décadas de violencia. Un país que, aunque en ese momento casi no conocías, sentías que no se merecía eso.

Los cuatro goles de esa noche de octubre empezaron a curtirte. Después has llorado goleadas en Barranquilla y en Montevideo, y en tantos sitos que terminó de formarse esa piel de chancho a la que hoy acudes después de cada fracaso, pero que no te evita el dolor del que te comencé hablando. Y es que el martes que pasó, aunque intentes negarlo, volviste a sentir que estábamos ahí, que solo hacían falta noventa buenos minutos para volver a vivir el sueño. Pero a cada pelotazo desesperado, a cada salto que Pizarro no ganaba, a cada berrinche de Vargas o Guerrero, empezabas a sentir que eso ya lo habías vivido. Y la impotencia comenzaba a asomársete, y los puta madres, y la rabia contenida. Y la esperanza que jugaba contigo, que te hacía imaginar finales felices, alternativos y diferentes a esa asquerosa salida de Fernández, a esa horrible pérdida de marcas y a la posterior oda al desconcierto y la falta de reacción. Y las ganas de que mejor nos goleen para ya no tener que pasar por lo mismo hasta dentro de cuatro años, y el odio del que creías haberte olvidado por un miserable empate con la selección más débil de la tabla.

Sí señor, reconoce que no pudiste ver los programas deportivos de la noche sin sentir un nudo en la garganta, porque no hubo comentarista al que no quisiste agarrar a golpes de toda la mierda que tenías para tirarle a la selección. Por más que intentaste escucharlos, sopesar sus datos, sus opiniones, sus mismas conjeturas generalistas y circulares. Otra vez: siéntete con todo el derecho. No tienes por qué lavarle la cara a quienes no quisieron llevar con decoro la obligación de cumplir con los millones de peruanos, de cumplir contigo que siempre estuviste ahí para ellos. Y más aun, tienes todo el derecho porque viene Chile, el rival de siempre, el de las heridas que nunca van a cerrar, y tú vas a estar ahí junto a los otros, a los nuestros, coreando sus nombres y esperando su más mínimo acierto para ensalzarlos, para sentir que te cobraste al menos una de esas miles de revanchas que les debes a los vecinos sin siquiera saber por qué.

Así que ya déjate de joder con que estamos eliminados y que mire el vóley, llévate tu calculadora del carajo que no vamos a empezar a hacer números. Haz todos los análisis sociológicos o estructurales sobre la realidad de nuestro fútbol que quieras, o todos esos supuestos inútiles, que si le ganamos a tal, que si empatamos con el otro y Bolivia le gana a Argentina, porque, al final, vamos a estar ahí. Porque el fútbol no es un deporte que nació para sacar nuestro lado racional, sino para derribar la lógica con nuestras pasiones. Porque nos encanta el humo, 2×1 y en latitas, ¿qué más da? No sirve negarlo. Porque tú eres peruano y futbolero, y porque te pareces tanto a mí en ese aspecto, que recién después de cinco días puedo ponerme a escribir estas líneas sin tanto dolor. Porque sí pues, todavía duele.

El origen del mal y la espiral del sendero


Dos opiniones que son una y, como tal, aquí está. 

Detrás de los totalitarismos subyace un mal extremo, un mal tan funesto que atenta contra la misma condición humana de las personas, que elimina su capacidad de acción espontánea, su capacidad de ser humanos. Los motivos que dan lugar a este mal se encuentran, sin embargo, en categorías banales, desde una carencia de juicio para distinguir entre si lo que se hace está bien o mal, hasta una interpretación completamente sesgada y fundamentalista de la coyuntura en base a leyes absolutas de la historia. El caso del proyecto planteado por el Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso no escapa a esta caracterización, basta revisar algunos de sus lineamientos y manifiestos para entenderlo.


No obstante, detrás de este paneo general, se ocultan procesos y fenómenos reales que originaron y acompañaron la catástrofe que vivió el Perú en el periodo de violencia política. Son hechos que debemos estudiar más allá de las abstracciones teóricas si queremos ser eficientes en combatir –ojalá que no– una amenaza similar. Uno de los factores más importantes es el papel que jugó la universidad pública en el surgimiento y el desarrollo de dicho conflicto interno. Aquí el problema ya no pasa solo por un conjunto de teorías y conocimientos que desembocan inequívocamente en un baño de sangre, sino por darnos cuenta de que el Estado peruano le puso la mesa servida a los portadores de ese mensaje para desatar la ola de terror. ¿Deberíamos considerar orate a quien se dispara a sus propios pies sin darse cuenta, sin reparar en el daño que se ha causado hasta que se está desangrando? Eso fue lo que hizo nuestro Estado…

Escribía así a fines del 2011, para introducir una monografía hecha como parte de un curso criminalmente tedioso: Investigación Académica. Por aquellos –no tan lejanos– días, los nombres “Movadef”, “Conare-SUTEP”, “VRAEM”, etc., no sonaban con tanta fuerza en la prensa peruana, más preocupada en informar sobre cómo algunos intelectuales se habían distanciado del entrante gobierno por haberse “vendido a la derecha”, “subyugado a la Confiep” y demás cojudeces, y de cubrir las incidencias del recientemente estallado conflicto minero en Conga. Hoy, sin embargo, el miedo a las reminiscencias senderistas se ha convertido, a todas luces, en punto central de la agenda pública y en la piedra en el zapato de un Estado cuyo manejo mediático es por demás lamentable.

Elegí este pequeñísimo fragmento de mi trabajo porque creo que resume de manera casi perfecta lo que pretendo argumentar, solo hace falta cambiar la palabra “universidad” por “educación” en general. Así es, el problema de memoria del pueblo peruano, en el que todos parecen coincidir, no es tal, al menos no está en el fondo. El verdadero error está en la incompetencia con la que nuestra clase gobernante parece abordar el hecho de que, maldita sea, ¡se están colando en el magisterio!

El SUTEP le otorga al partido que lo domina la base descentralizada más sólida del país. Por eso, y porque ya saben cuál es el camino, los nuevos senderistas lo han escogido para infiltrarse, aun cuando Patria Roja haya salido a desmentir ese vínculo. En la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga, el Profesor Guzmán controlaba la Facultad de Educación y aprovechaba sus programas de enseñanza secundaria para adoctrinar nuevos miembros, también sucedió en La Universidad Nacional de Educación (la conocerán como La Cantuta). ¿Hay un mejor momento para influir en las ideas de una persona que durante su adolescencia, esa etapa de hormonas revueltas y ansias de cambiar el mundo?

Pero a ver, no me refiero a todos esos reportajes estúpidos en los que le enseñan una foto de Abimael a un universitario y este, que no sabe dónde anda parado ni tiene por qué saberlo, dice que es un director de cine para burla del público y regocijo de la reportera. Ah ya… ¡gran trabajo para combatir al terrorismo, señorita periodista! ¡Pullitzer para usted! ¿Desde cuándo no asociar una cara a un personaje, significa que nos chupa un huevo la violencia política? ¿Si les muestran la cara de Néstor Cerpa, de Miguel Rincón Rincón, de Osmán Morote, de Víctor Polay Campos, dirían todos esos nombres? ¿Y eso significa que no les interesan los muertos que dejaron SL y el MRTA?

En fin, a la educación a la que me refiero es a esa que nos trae últimos (62/65 al 2009) en las pruebas PISA, esa que egresa alumnos que no comprenden lo que leen, mucho menos piensan al respecto. Ni imaginar que podrían argumentar una crítica si un profesor les dice que Sendero Luminoso es la alternativa a la “exclusión que vive el Perú”. Pasa que la negación de los totalitarismos brota de un ejercicio de debate interno que engendra una posición propia, la cual ya no acepta lo que dice el otro solo porque lo dice.

Eso nos lleva al ámbito universitario. Quizás si estés en la de Lima o en la UPC no llegues a entender esto, pero en muchas universidades buscar arreglar el país es algo común y no excepcional, la política universitaria es parte integral de la vida estudiantil y no algo de unos cuantos raritos. Todo eso es genial cuando no engendra las posturas equivocadas. La libertad de expresión y la pluralidad de pensamiento que correctamente otorga el espacio universitario se puede alterar (no necesariamente) cuando al debate ingresan dos factores decisivos: la continua percepción de injusticia en el medio en que se desenvuelven sus alumnos y el abandono de la educación por parte del Estado. Ambos pueden generar que el discurso que ve a la clase gobernante como la culpable de las injusticias y pretende derrocarla para arreglarlas cobre fuerza. Ni siquiera tiene que ser adoptado por la mayoría de alumnos, basta con unos pocos que griten y se muevan bastante.

Ocurrió así en la UNSCH, en la Cantuta, en la San Marcos y demás universidades estatales hace cuarenta años; cuando un grupo está ideológicamente comprometido con una postura totalitaria, no hay quien lo pare. Su vehemencia es tal que acalla las críticas y se alza como la principal. Por eso, de poco valió la tibia oposición que en aquel entonces intentaron hacerle a SL las izquierdas moderadas, como Vanguardia Revolucionaria. Se forma una espiral del silencio (como la que explica Elisabeth Nicole-Neumann) potenciada por la seguridad de poseer la verdad, aquella única capaz de resolver los problemas de su caótico mundo, y la poca capacidad de reflexión que la educación escolar les brindó a los estudiantes. Si a ello le sumas que el Estado no está para ponerles el pare, ¿qué tenemos? Un verdadero cóctel de terror.

Repasemos: personas sin capacidad de pensamiento reflexivo que perciben condiciones de injusticia, expuestas a un discurso que les asegura ser el único capaz de solucionar sus problemas –así ya no tienen que contrastarlo con los demás en un necesario ejercicio de debate interno–, que además aparece como el que tiene más fuerza porque sus integrantes siempre andan con megáfonos gritando lo mismo, siempre están en las marchas y en los eventos en la universidad, a diferencia de los otros grupos políticos que se pretenden más intelectuales, y al parecer sin un Estado o autoridad que actúe para contrarrestar esa situación. 

18 mayo 2013

Dícese de las huevas de esturión


Opinión con pretensiones etimológicas. 


El término hace rato dejó de ser una simple chapa cachancienta y se convirtió en una categoría coloquial del espectro político. Como ocurre con cualquier palabra, su significado ha mutado y va camino a ser una burla que, de acuerdo a su uso, podría o no tener carga peyorativa. Así pues, ahora ya no solo se le dice a un tipo ‘caviar’ –con su natural plural, ‘caviares’–, sino que además está el sustantivo colectivo de ‘la caviarada’, el adjetivo aumentativo ‘caviarón’, la corriente de pensamiento del ‘caviarismo’ y, por supuesto, la alcaldesa Caviarán.

Ni la idea es originaria de estas tierras, ni el término es propio de nuestro léxico. Herbert Mujica lo importó de la Francia de Mitterrand, en donde los comunistas y sindicalistas pobres veían con malos ojos que los niños ricos egresados del exclusivo Henri IV de Paris, que luego secundaron al presidente, dijeran que se consideraban de izquierda. Es un tema de teoría marxista sobre el determinismo histórico y la consciencia de clase que seguro ya sabes o no te importa. Así como en Francia se popularizó el nombre gauche caviar, en otros lados hay términos similares: limousine liberal en Estados Unidos, chardonnay socialist en la zona de Australasia, champagne socialist en el Reino Unido, salonkommunist en Alemania y, aquí nomás en el querido país del sur, el red set chileno.

Parece ser que no solo en Perú existe esa percepción de supuesta hipocresía inherente a cierta clase política con condiciones particulares más allá de la teoría, pero en nuestro país ha adquirido un cariz histórico propio. Entonces –y porque ha estado de moda (aquí, aquí y aquí, este último del caviarismo cubano)– me permito, con cuestionable autoridad, explicar qué es esto de ser caviar para nosotros los peruanos. Para ello, haré un sano ejercicio. Dice el novelista gringo Scott Fitzgerald que “la verdadera prueba de la inteligencia superior es poder mantener dos ideas contradictorias en la cabeza y seguir funcionando”; así que veamos... 

Digamos que escribo con la mano izquierda: "El término caviar lo popularizaron los fujimoristas quienes, junto a los demás exponentes de la DBA, quieren menospreciar la lucha por los derechos humanos y contra la corrupción de muchos intelectuales. Para ellos, son caviares todos los que se oponen a los abusos cometidos durante el régimen de Alberto Fujimori, las matanzas de Barrios Altos y la Cantuta, los secuestros, la compra de medios, etc. Además, los que osan decir que el actual sistema capitalista debe ser menos explotador, que las actividades extractivas deben dejar mayor dinero para el desarrollo de los campesinos en cuyas tierras se montan y que debe distribuirse más y mejor la riqueza de la que hoy, por fin, gozamos. 

La izquierda moderna ya no tiene por qué ser comunista ortodoxa, parece que quienes utilizan la palabra ‘caviar’ se han quedado en el siglo pasado, en el mundo bipolar, cuando aún no caía el muro. La idea de la revolución ya quedó en el pasado y ningún fin se justifica con muertos. El trabajo hoy se hace desde las instituciones, fortaleciendo al Estado para esté en la capacidad de encargarse de la redistribución en base a planes sociales y regulación de los errores del mercado; las marchas ahora son eventos culturales. Pero a ellos les molesta que se cuestione su modelo de sistema opresor que ha fallado, como se puede ver en el mundo en crisis. No existe, pues, contradicción, porque (y cito a Javier Diez Canseco), se es de izquierda no por las carencias, sino por la búsqueda de justicia social. Tener dinero y asegurarse una buena calidad de vida, no le impide a uno pensar que los demás deben gozar de los mínimos estándares económicos."

Ahora, digamos que escribo con la mano derecha: "Las políticas económicas rojas solo le han traído desgracias al país. Ya con Velazco se demostró la ineficiencia de hacer del Estado el principal actor de la economía y, gracias a eso, vivimos la debacle del primer gobierno de Alan García. Son caviares estos tipos que ahora vienen con su prédica socialistoide reformada a querer malograr el éxito económico del país. Éxito que, de paso, no le reconocen haber iniciado a Fujimori, que fue el que se atrevió a cerrar todas esas elefantiásicas empresas estatales. ¿No se dan cuenta que el socialismo moderno es la principal causa de la crisis europea, donde los países se han endeudado hasta el tuétano para dar beneficios imaginarios a su población?

Estos caviares siempre creyeron en la revolución y el comunismo, pero (y ahora me permito citar a Aldo Mariátegui) nunca se atrevieron a ser Javier Heraud, porque siempre prefirieron los lujos que el sistema que criticaban les otorgó. Creen en la redistribución de la riqueza, pero están cómodamente sentados en los sillones de cuero de sus oficinas en alguna ONG. Como no son empresarios, vienen con sus políticas sociales ineficientes que frenan la creación de riqueza en el país. ¿De dónde vamos a sacar para los programas sociales, si espantan a la inversión minera, nuestra principal fuente de divisas, con sobreimpuestos y temas como Conga? Encima, usan como fachada a los derechos humanos y las instituciones de justicia, y tienen a una nueva casta de jóvenes seguidores que, al igual que ellos, escriben a favor del fin de la pobreza desde las Macs que les regalaron sus papitos. Para colmo, se creen los únicos con autoridad moral para criticar, cuando en realidad dicen que trabajan para los pobres, pero solo los hacen más pobres".

En fin, escriba con la mano que escriba, parece que el término ya encontró asiento libre en el día a día de nuestra pintoresca pero ideológicamente monótona y arcaica política nacional. De todos modos, como es natural a cualquier etiqueta social, lo ‘caviar’ es una categorización mezquina, que no toma en cuenta las buenas intenciones ni los ejemplos empíricos. Sin embargo, lo cierto es que a las dos condiciones primordiales –ser de izquierda y tener plata– que hacían a alguien acreedor a este calificativo, se le han unido una estúpida lista de cosas que los ‘caviares’ normalmente hacen pero que, por Dios, no son únicas a ellos: usar lentes grandes, pantalones pitillo, fumar marihuana, salir a Barranco, ser tolerante con las conductas sexuales, ser de la Católica… Maldita sea esa última.

Carlos Fosca: "La estructura de la PUCP es sui generis"


Entrevista.

Imbuidos en las exigencias académicas de la vida universitaria, es probable que los alumnos de pregrado de la PUCP se hayan olvidado que pronto se anunciará el aumento con el que deberán cargar en el precio de sus boletas el próximo año. El disgusto con la cifra que aparece en los recibos flota por el campus a lo largo del año, pero solo se traduce en un plantón de regular asistencia hacia diciembre.


La inacción se deriva del desconocimiento. Nadie parece saber qué pasa con el manejo financiero de la universidad que les cuesta entre 1000 y 3200 soles. Carlos Fosca, el vicerrector administrativo que reconoce estos problemas de comunicación, me recibió en su despacho luego de una serie de negativas de otros funcionarios de menor rango y del propio rector, Marcial Rubio; para poder, por fin, escuchar una explicación oficial fuera de la seguridad del PuntoEdu o de la simple presentación de cifras en la página web. ¿Qué pasa con las pensiones según la misma universidad?




¿Elitización o más poder adquisitivo?

¿Si los sueldos de las personas que pagan las pensiones no suben a la misma velocidad que estas, la universidad no terminaría perdiendo su carácter inclusivo?

En ese caso, tendríamos que afirmar que los trabajadores deberían subvencionar los estudios de los estudiantes. Eso sería completamente inviable, los profesores no vendrían. En estos momentos, el desarrollo del país es tan grande que tenemos serios problemas para mantener personal dentro de la universidad. Nosotros no podemos competir con los sueldos que se pagan en las empresas, por lo que profesionales en distintas áreas se nos están yendo. Estamos en una etapa de fuerte competencia porque el país tiene una gran demanda insatisfecha de profesionales de buena calidad.

¿A qué sector socioeconómico de esta demanda se enfoca la PUCP? 

Los estudiantes que postulan tienen el mismo perfil de hace muchos años, pero el desarrollo del país ha hecho que ahora tengan un nivel socioeconómico mas alto. Los de niveles más bajos ni siquiera están postulando. ¿Deberíamos tratar de captarlos? Claro que sí.

Se observa una paulatina disminución de alumnos matriculados en escala 1, habiendo solo 8% este año. ¿Esta es una nueva política de la universidad?

Es consecuencia del desarrollo económico del país. De los estudiantes que logran ingresar, menos del 5% dejan de matricularse por distintas razones, no son solo económicas. Esto nos demuestra que no hay postulantes incapaces de estudiar aquí. Nuestra propuesta para recibir a aquellos que ni siquiera pueden pagar la escala 1 y tienen las aptitudes académicas para estudiar en la PUCP es otorgar becas o crédito estudiantil. Se ha creado la Beca 18, en la que estamos tratando de apoyarnos para traer estudiantes de muy bajos recursos. Pero pretender, por ejemplo, crear la escala 0 nos pone en aprietos económicos.

¿Por qué cuando uno accede al crédito educativo, aunque sea de escala 1 o 2, tiene que pagar como si fuera de escala 3, 4 o 5?

Si otorgamos un crédito es para que, por lo menos, los costos educativos sean cubiertos. Si no, estaríamos subvencionando además de darles el crédito. Crédito significa que lo puedes pagar después, ¿y encima lo pagas a un costo que es más bajo que el servicio que se te está dando? No tiene mucho sentido.

El profesor de economía José Rodríguez me dijo en una entrevista que la PUCP no podía pretender cubrir lo que el Estado debía cubrir: la educación para los más pobres. ¿Está de acuerdo con esa afirmación?

Totalmente. Las escalas de pensiones en universidades privadas fueron creadas en el país por decisión de la PUCP hace cerca de 50 años, por unas circunstancias de país muy particulares. Ahora, el país está creciendo y la sociedad está demandando gente muy calificada. Necesitamos desarrollar investigación y eso no puede ser solventado por una universidad privada, sino que debe partir del Estado.

Si lo ponemos en el sistema de escalas, ¿en dónde estaría el costo real de estudiar en la Católica?

Si decidiéramos que todos los estudiantes paguen una escala, es decir, prorrateáramos los costos actuales entre el numero de estudiantes, obviamente nos va a salir una escala menor que la 5. Pero si asumimos que tiene que haber una diferenciación por capacidades de pago, ni siquiera la escala 5 puede cubrir esos costos. El costo real va a depender de cuál es el criterio para asignarlo. ¿Qué pasa si planteo en estos momentos que el costo real es la escala, por ejemplo, 4? Los estudiantes de la escala 5 van a sentir que están pagando de más y van a preguntarse por qué tienen que hacerlo.

¿Cómo ve el rectorado a las escalas? ¿Un derecho, una subvención?

Son una decisión de la institución de poder tener en sus aulas a estudiantes de distintos estratos socioeconómicos. En consecuencia, aunque en el tiempo se ha considerado como un derecho, los estudiantes también deberían tener deberes al respecto. No es solamente un beneficio para ellos. Si siguen pensando que tienen el derecho a pagar los estudios de alta calidad de acuerdo a sus posibilidades económicas, independientemente del costo real, cuando egresen no tendrían por qué apoyarnos a seguir haciendo lo mismo. Por ende, ahí hay un discurso que tenemos que cambiar.


Problemas de comunicación: ¿Por qué los alumnos no saben nada?

Cuando el problema con el Vaticano cobró importancia, el mismo rector hizo una conferencia frente a toda la comunidad universitaria en el Polideportivo explicando sus pormenores. ¿Por qué no se hace lo mismo con el tema de las boletas? Quizás no pueda responder por el rector, pero sí por usted mismo…

No tengo ningún inconveniente de hacerlo.

Entonces, ¿por qué no se ha tenido la iniciativa?

Porque honestamente hemos pensado que la información que brindamos es suficiente. Hemos creado la pagina web del vicerrectorado, donde está toda la información del plan que se está haciendo en la universidad. En una presentación es muy difícil que se pueda responder a todo el mundo. En cambio, si escriben a la página web, no tengo ningún inconveniente de responderles. Los problemas que tenemos siempre son en vísperas del aumento de las pensiones, es un tema coyuntural.

Vi, por primera vez desde que entré a la universidad, que en el PuntoEdu 250 se hablaba de los ingresos y egresos de la universidad de manera pública. ¿Se tiene alguna política de comunicación con el alumnado?

Desde el año 2010 hemos publicado en el PuntoEdu información acerca de la estructura económica de la universidad. Aunque no es precisamente un tema que cautive la atención como para sacar tantos números, lo hemos sacado en el número 183, 202 y en el 250 que mencionas. En la web de la universidad están los estados financieros. Si tratas de entrar a cualquier otra universidad privada a buscar esa información, te vas a dar cuenta que no existe.

¿Colgar esta información en Internet nace de una voluntad del rectorado o de un reclamo del alumnado?

De una voluntad del rectorado de ser completamente transparente. Es importante que toda la comunidad conozca que tenemos una estructura completamente distinta, no recibimos fondos de nadie y, además, el 40% del presupuesto lo cubre la matricula de los estudiantes de pregrado. Es realmente sui generis.

¿Es sostenible este modelo sui generis?

Buen punto. Creo honestamente que la universidad tiene que repensar esto. Se tiene que seguir pensando que no debería haber excusa económica para dejar de estudiar en la Católica, pero las escalas de pensiones no deberían ser la salida más importante para una universidad privada en momentos en que el país está en continuo desarrollo. Tenemos que apostar por apoyo del Estado y por crédito estudiantil. No a nivel de lo que ha ocurrido en Chile, donde se ha privatizado completamente la educación, pero sí a un nivel que le permita al estudiante poder pagar el crédito a futuro sin ningún problema.

¿Se dan los desagregados de las cifras económicas a los representantes estudiantiles?

Tenemos un estudiante en la Comisión Central de Presupuesto que se tira todo un semestre con nosotros viendo al detalle qué números son los que tienen las unidades, cuáles son los presupuestos de cada una y además opinando sobre si hay que darles, reducirles o exigirle más. Esto significa que hay una participación de estudiantes muy fuerte. A todos les gustaría ser ese estudiante de la comisión, pero no es posible. Los REAs también tienen el deber de comunicar estas cosas. Yo brindo la información a los representantes estudiantiles (REAs, FEPUC), pero no puedo llegar a los 18 mil estudiantes de esa manera.

¿Tiene alguna hipótesis sobre por qué los alumnos no revisan las cifras? (La última auditoría tiene menos de 600 descargas)

Como padre de familia, si el colegio de mis hijos tuviera las cifras económicas colgadas en la web, probablemente tampoco las revisaría, porque primero estaría pendiente de la calidad de la formación que les brinda. El tema económico es una preocupación desde la perspectiva del usuario, es decir del estudiante, cuando ve que el servicio educativo que está recibiendo no tiene correlato con lo que está pagando.

El modelo “sui generis”.

Según Sigrid Bazán, la relación entre administrativos y alumnos en la PUCP es de 9 a 1, lo cual nos ubica entre las dos universidades del mundo con más administrativos por alumno. ¿Este número se justifica, tomando en cuenta que la planilla es más del 50% de los egresos de la universidad?

El personal administrativo de la universidad es el reflejo del modelo de gestión económica que tiene. Si solo dependiéramos de las pensiones, no habría que contratar a tantos administrativos, solo al soporte central y a los que están en las facultades. Pero más del 50% de los ingresos no proviene de las boletas, sino que es generado por los académicos con grupos de administrativos. Entonces, INFOPUCP, Idiomas Católica, CENTRUM, Plaza San Miguel, etc., tienen una cantidad de personal que va incrementando la planilla, porque nuestro modelo de gestión tienen esas características. Sin embargo, sí coincido en que nuestro número de administrativos es elevadísimo.

En comparación con universidades de nuestro mismo nivel (UP, UL, UPC), tenemos pensiones similares, al menos las más altas, pero estas universidades no tienen las rentas de Plaza San Miguel y otros inmuebles que tenemos nosotros y que aparecen como el 13% de nuestros ingresos. ¿Por qué esto no baja el precio de nuestras boletas en comparación con las de ellos?

Porque las estructuras de costos de esas universidades son muy diferentes a las nuestras. Tenemos pensiones similares en las escalas altas, pero las escalas más bajas son de nosotros, lo cual ya reduce la cantidad de ingresos que tenemos comparativamente con ellas. Si a ello le sumas la actividad cultural que desarrollamos, las actividades de responsabilidad social, la cantidad de fondos que la universidad pone de sus propios recursos para impulsar la investigación, nuestros costos terminan siendo mucho más altos que los suyos. Por eso, a pesar de que nuestro presupuesto es el más alto de todas las universidades, el superávit que generan ellas es mucho mayor.

La UPC, por ejemplo, puede construir un campus de 20 millones de dólares, mientras que nosotros no tenemos un superávit capaz de poder fondear un proyecto así. El gran reto que tiene esta universidad es que, compitiendo con privadas que se dedican simplemente a la parte educativa, destine dinero a cosas que normalmente hacen las universidades públicas.

¿Actuar como una universidad pública y ser una con un modelo de cobro privado es un peso económico muy grande?

En un país como el nuestro, por el momento, es un reto enorme. En el último informe que ha sacado el ministro de educación de Chile, a raíz de la crisis educativa que vivieron, te das cuenta que allí las universidades publicas y, sobre todo, las privadas equivalentes a la nuestra como la PUC de Chile, recibe más del 30% de su presupuesto de fondos del Estado. En 2011 recibió 60 millones de dólares. Si nosotros recibiéramos solo la mitad de eso, podríamos tener estudiantes de los más bajos recursos estudiante aquí, como lo hacen ellos.

¿Cuánto se recibe de fondos del Estado actualmente?

Nada. Incluso, hacemos las veces de Estado. La PUCP tuvo que comprar la Filmoteca de Lima hace ocho años porque se estaba destrozando todo el patrimonio cultural filmográfico del país. Ahora la tenemos que conservar, incrementar y difundir. Otro ejemplo es el Festival Internacional de Cine de Lima (FIL) que es subvencionado al 70% por la universidad.

¿Cuánto de injerencia tuvo el alumnado en la toma de decisión sobre financiar la Filmoteca de Lima, por ejemplo?

Lo que pasa es que el estudiante no financia la Filmoteca de Lima. Son los otros ingresos los que están permitiendo hacer todas estas cosas. Hace unos meses, presenté a los REA cómo podemos distribuir el presupuesto para que se den cuenta que las pensiones de la universidad no cubren siquiera los servicios educativos básicos. Estamos en una situación que los estudiantes no entienden: la universidad ha reducido la parte porcentual de los ingresos que provienen de matriculas para una universidad que ahora está creciendo cada vez más.

Entonces, ¿qué ingresos financian ese crecimiento?

Por ejemplo, la formación continua, las rentas inmobiliarias o los servicios a la industria que hacemos. A futuro debemos generar más ingresos.

¿Cómo es ese plan?

Respecto a la investigación, deberíamos generar capacidades en la organización para obtener más fondos provenientes del exterior y del Estado, que ahora hay. Por ejemplo, creamos una oficina de gestión de proyectos con la Unión Europea, con la que hemos recolectado cerca de 4 millones de dólares en los últimos dos años para actividades de desarrollo tecnológico y responsabilidad social. La idea es que la investigación traiga fondos como lo hace en cualquier parte del mundo.

Hasta el 2008 se utilizó como criterio para determinar el alza en las pensiones la inflación en el sector educación. Luego se cambió al índice general, pero cuando este fue de solo 0,25%, se dijo que se tenía que utilizar el presupuesto operativo del año siguiente. ¿Los criterios inflacionarios fueron una excusa o fueron reales?

El índice de inflación en educación no refleja el aumento de precios del sector educativo superior y mucho menos el de la Universidad Católica, porque se construye para colegios públicos. Estos fueron criterios que se usaron en su momento, pero si solo se utiliza como pauta la inflación, no se está aumentando, simplemente se está equilibrando la pérdida de valor que ha tenido la moneda.

Luego se elaboró un informe, solicitado al profesor de economía José Gallardo, para saber realmente cuánto se había incrementado el precio de los servicios educativos. En él se plantean varias metodologías para establecer los incrementos que deberían tener las pensiones los próximos años para recuperar el valor del dinero perdido los años anteriores. Todos los indicadores superan bastante las proyecciones de inflación.

¿De dónde nace la idea de hacer este estudio?

Porque nosotros también consideramos que usar el índice de la inflación no es un criterio representativo. A nosotros se nos incrementan los servicios de agua, vigilancia, limpieza, etc., además, cada año, por un acuerdo con el sindicato, tenemos que aumentar un porcentaje la planilla, tanto para profesores como para trabajadores. Normalmente, nuestra política es hacerlo tomando como referencia al IPC. Si solamente incrementáramos las pensiones en el índice de la inflación, estaríamos cubriendo el incremento de sueldos y salarios de toda la comunidad universitaria.

En las auditorías hechas a los estados financieros que cuelga la universidad en su página web se observa un superávit y un aumento de efectivo a fin de año. Entonces, ¿por qué se dice que con el aumento en las boletas solo se cubre el sueldo de planilla y no hay ganancias?

No he dicho que no haya ganancias, sino que los aumentos de las pensiones cubren el aumento de la planilla. Cuando hay superávit, se lo invierte completamente. Hoy en día, más que nunca, no puede haber una universidad que no genere superávit, porque si no, no te mantienes como la universidad líder en el país. Todas las otras universidades tienen niveles de inversión brutales. Por eso, en la Comisión Central de Presupuesto procuramos que haya unidades que generen ingresos para que puedan cubrir aquellas unidades que, por su misión, no están pensadas para generarlos.

¿Cuáles son estas unidades superavitarias?

Por ejemplo, Plaza San Miguel, Idiomas Católica, Ceprepuc, Info-pucp.

¿Y a cuáles se subvenciona?

Al Instituto Riva-Agüero, al Centro Cultural (CCPUCP), todos los institutos de investigación y los centros de difusión cultural que tiene la universidad, que son un montón. Además, a algunas facultades que tienen pocos estudiantes.


Líderes en investigación: ¿Cuánto nos vale?

Dado que se necesita tener superávit para invertirlo, ¿qué criterios se utilizan para determinar si las inversiones benefician a los alumnos?

Tenemos un Plan Estratégico al 2017, que es cuando cumplimos 100 años, en el que se establece que queremos llegar a ser una universidad con excelencia en la de investigación. Esa transformación significa una inversión muy fuerte en infraestructura y recursos humanos. Implica aumentar nuestros profesores con doctorado, otorgar más becas y fondos para investigación, mejorar sustancialmente la infraestructura de laboratorios. Obviamente, la investigación no nos va a generar recursos, por eso estamos invirtiendo en unidades que sí lo hagan: poniendo otro local de Idiomas Católica en Miraflores, aumentando pisos en el de Pueblo Libre, haciendo inversiones en Plaza San Miguel, impulsando un edificio de 60 aulas en el campus para que en la noche podamos tener más oferta de formación continua (que representa el 20% de nuestros ingresos). Estamos tratando de unir todas estas estrategias en el plan de inversiones trienal que termina en 2014 y que hemos aprobado este año ante el Consejo Universitario.

¿Cuál es el beneficio directo para los alumnos de convertirse en una universidad líder en investigación?

Ellos valoran lo que reciben en ese momento. La investigación es un valor agregado indirecto que solamente van a valorar cuando lo vivan a través de un trabajo de tesis o de proyectos de investigación en los que colaboren como asistentes.

El precio de las boletas ha subido casi 25% en 5 años. ¿Hay un tope?

Esta cifra no es real. Ese es el valor nominal, pero en el valor real ha subido menos del 9% y nosotros hicimos una presentación a los REA hace un mes sobre este tema. Según la Encuesta Nacional de Hogares, los ingresos promedio netos anuales han tenido crecimientos, en los cinco quintiles, mayores al 10%. Para ese mismo período, las cinco escalas de pensiones de la PUCP han tenido un crecimiento promedio por debajo del 11%. No estoy diciendo que el quintil 1 le corresponde a la escala 1, pero independientemente de esta relación, ha habido incrementos de los ingresos familiares por encima de los incrementos en las escalas de pensiones de la universidad. Eso dice que, por lo menos en los datos en promedio, no hemos encarecido nuestros servicios educativos. Eso no quiere decir que los ingresos de alguna familia no hayan subido como el promedio.


Las pensiones en la PUCP aumentan para pagar sueldos de planilla


Reportaje anterior más completo y sintetizado, con más fuentes y mejores conclusiones.

Además, el superávit se invierte en proyectos sin estudios concretos sobre el beneficio que traen a los estudiantes.

Los alumnos de la PUCP saben algo con certeza: el costo de sus estudios sube todos los años. El aumento nominal ha sido de 24,3% desde 2007, variándose cada año el porcentaje según criterios diferentes para completar un presupuesto que carga con dos grandes pesos: los proyectos de inversión y el pago de la planilla. 



La incertidumbre que esto genera parte de lo que la Federación de Estudiantes (FEPUC) llama “aumento arbitrario”. ¿A qué se refiere? En la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC), por ejemplo, se aumenta 3% al precio de las pensiones de manera constante; en la PUCP ese número varía todos los años. Hasta el 2008 se puso como criterio para determinar el aumento el índice de inflación en el sector educación del año precedente. Sin embargo, cuando ese año la inflación general fue de 6% -significativamente más alta que la de educación-, el rectorado decidió utilizar el indicador general. 

No obstante, y siempre según cifras publicadas por el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), el año siguiente la inflación general fue de solo 0,25% y el aumento fue mucho mayor: 3%. Los siguientes años se alegó que debía usarse como criterio “el presupuesto operativo del año siguiente”; es decir, cuánto planeaba gastar la universidad. Nunca quedó clara la pauta que determinaba el porcentaje a aumentar.

“Estos (los indices de inflación general y de educación) fueron criterios que se usaron en su momento, pero si solo se utiliza como criterio la inflación, no se está aumentando, solo se está equilibrando la pérdida de valor que ha tenido la moneda”, argumenta el encargado de dirigir el Vicerrectorado Administrativo (VRAD), Carlos Fosca.
 Luego se le solicitó un informe al profesor del Departamento de Economía José Gallardo para determinar cuánto debería ser el aumento. En base a este se rompió el correlato entre los índices inflacionarios y el alza de boletas. El porcentaje, sin embargo, sigue siendo diferente todos los años.

Porcentaje de aumento en el valor del crédito educativo por años. En el 2012 fue de 4,9%.




“Cuando mi hija comenzó el colegio, pagué desde Kinder hasta segundo grado la misma pensión, no es que todos los años me subieran. Eso me permitió tener un presupuesto de gastos estable”, afirma la madre de una alumna de la universidad que pidió que su nombre quedara en reserva. “Aquí es un maltrato, porque se genera demasiado desequilibrio y desorden en la economía familiar”, señala.

Según Fosca, la Católica realmente no se ha vuelto más cara: “25% es el valor nominal, pero en el valor real (con ajuste de inflación) ha subido menos del 9%. Los ingresos anuales han tenido crecimientos, en los cinco quintiles que mide el INEI, mayores al 10%, mientras que las cinco escalas de pensiones de la PUCP han tenido un crecimiento promedio por debajo del 11%. Por lo menos en promedio, no hemos encarecido nuestros servicios educativos”. Sin embargo, debemos tomar en cuenta que el promedio no representa necesariamente a los alumnos de la Católica y, si lo hiciera, dejaría de lado a un gran grupo de estos cuyos sueldos no han aumentado a lo largo de los años.

Cifras que utiliza Carlos Fosca para defender su argumento. 
Cuentas en verde, manejo en rojo. ¿Por qué las suben?

Julio Cáceda, Representante Estudiantil ante la Asamblea Universitaria (REA) y miembro de la Comisión Central de Presupuesto, opina que la cifra actual es muy alta: “En comparación con otros centro educativos de primer nivel, el costo es muy caro. Incluso con universidades europeas o latinoamericanas que están mejor posicionadas que nosotros, la diferencia entre lo que cuestan y nuestra escala 5 no es mucha”, admite.

De acuerdo al Grupo Educación al Futuro, el 2011 la PUCP tuvo una pensión máxima de S/. 2790 y mínima de S/. 890. Ese mismo año, la Universidad de Lima tuvo un tope superior de solo S/. 2500, mientras que la UPC tuvo uno inferior de S/. 700. Otra casa de estudios de similar nivel educativo, la Universidad del Pacífico, llegó a un máximo de S/. 3196, cifra que, aunque superior a la mencionada para la Católica, es similar a la que paga hoy un alumno de escala 5 matriculado en los 21 créditos obligatorios de su sexto semestre (S/. 3098). ¿Por qué?


Boleta de un alumno de escala 5 de la PUCP matriculado en 21 créditos obligatorios. 














De acuerdo a Fosca, esto se debe a que “las estructuras de costos de esas universidades son muy diferentes a las nuestras”. Entre esos costos adicionales que debe asumir la Católica, menciona a la actividad cultural, la responsabilidad social y la financiación de la investigación, que terminan haciendo que “a pesar de que nuestro presupuesto es el más alto de todas las universidades, el superávit que generan ellas sea mucho mayor.”

En la auditoría hecha a la PUCP por la firma internacional PrincewaterhouseCoopers (PwC) hecha el 2012 y que está colgada en la página web del VRAD, se indica un superávit de S/. 140 238 000 en el Estado de Resultados Integrales, mientras que el Estado de flujos de efectivo consigna un aumento neto del efectivo de S/. 21 091 000, incluso más que el año anterior, dejando a fin de año una cifra positiva de S/. 50 642 000. Lo que esto quiere decir es que la Universidad Católica tiene las cifras en verde. Es decir, está ganando. ¿Por qué aumentar las boletas, entonces?

“Hoy en día no puede haber una universidad que no genere un superávit, porque si no, no te mantienes como líder en el país. Cuando hay superávit, se lo invierte completamente”, explica Fosca. La inversión es, entonces, uno de los dos grandes pesos que carga el presupuesto de la Católica.

¿Dónde está el problema? El 16 de diciembre de 2011, la FEPUC publicó una carta enviada al rectorado en la que expresaba su preocupación porque las inversiones de mediano y largo plazo, como investigación, equipos o infraestructura, se estaban financiando con recursos corrientes y se estaban llevando a cabo sin evaluaciones que los sustenten por ser “política de la universidad considerar toda inversión como un gasto”.

Los recursos corrientes son los que se consiguen a corto plazo, el más importante de los cuales es el porcentaje que se le aumenta a las boletas. Con ese aumento se estaría buscando financiar los proyectos de inversión que tiene el rectorado, siendo el mayor de ellos convertir a la PUCP en una universidad líder en investigación. ¿Por qué con recursos corrientes? Porque, como dice la FEPUC, no se tienen evaluaciones ni ideas claras sobre si esas inversiones generarían rentabilidad a la casa de estudios o un beneficio concreto a los estudiantes. Es decir, no se sabe realmente si el dinero que se invierte en construir un edificio, ampliar un pabellón o mejorar la investigación, va a devolver el dinero (u otro tipo de beneficio), más adelante.

Sigrid Bazán, presidenta FEPUC 2012.

“Hay que presionar a la universidad a qua haga estudios y que estos pasen a los estudiantes. ¿Cuál era la demanda para los estudiantes de pregrado para un MacGregor, para un Tinkuy? ¿Ha sido satisfecha? (…) Si hay estudios, me gustaría verlos. La leve sospecha que tengo es que no se hacen”, declara Sigrid Bazán, presidenta de la FEPUC durante el 2012.

Sin embargo, Fosca insiste en que las pensiones de pregrado no financian las inversiones, sino solo el pago de la planilla que, por acuerdo con el sindicato, aumenta un porcentaje todos los años. Este es el segundo gran peso del presupuesto de la universidad: 54% de los egresos en el año 2012 correspondieron a sueldos de profesores y administrativos. Hay 18 729 alumnos en pregrado y 2 710 entre administrativos y obreros; es decir, por cada siete alumnos, hay un trabajador que ni siquiera es docente.


Egresos de la Universidad Católica. Fuente: 'La PUCP en cifras'.










"Sí, coincido en que ese número es elevadísimo”, dice Fosca, pero alude a que es “el reflejo del modelo de gestión económica que tiene la universidad”. En otras palabras, que al tener que buscar otras formas de financiamiento, la universidad necesita personal administrativo más allá de las facultades y el sistema central.

Si el sueldo de esta enorme planilla sube todos los años y el superávit presupuestario se invierte completamente, queda más que claro por qué es necesario aumentar los ingresos por servicios educativos. Sin embargo, lo que se observa estadísticamente es que hay una paulatina disminución de los alumnos matriculados en las escalas más bajas de pago. Del total de alumnos que ingresaron en 2012, solo 15% fue clasificado en la escala 1.
Si bien el vicerrector administrativo alega que esto se debe a que los alumnos que postulan e ingresan a la PUCP tienen cada vez mayor poder adquisitivo, mientras que “los de niveles más bajos ni siquiera están postulando”, la presidenta de la FEPUC tiene otra opinión al respecto: “La universidad hace determinadas políticas para que personas de escalas altas puedan verla como más atractiva que las de escalas más bajas. La crucial es el tema del alza de las boletas. Evidentemente, no va a poder entrar más gente de escala 1 si estas suben cada vez más”, manifiesta.

En 2012, los alumnos ingresados que fueron clasificados en escala 1 fueron solo el 15%. En 2011 habían sido 17%.

¡Información, derecho estudiantil!



Sobre el problema del alza se cierne un gran problema de comunicación entre los actores clave: el VRAD, los representantes estudiantiles y el alumnado. Según Cáceda, “la principal posición del alumnado es información. Lo que siempre nos han dicho es que quieren saber por qué les suben la boleta”. Siguiendo esta línea, es común ver que alumnos y padres de familia desconocen el manejo económico de la universidad, lo que se traduce en la percepción de que hay malos manejos.

“Me encantaría que a quienes les corresponde expliquen a dónde va ese dinero, en qué lo invierten. Eso sería muy bueno porque uno tiene que rendir cuentas, en algún momento, de sus actos”, reflexiona la madre de una alumna antes citada.


Pero la información está. En la página web del VRAD uno puede encontrar los principales proyectos de inversión, junto al monto estimado que costará implementarlos. También están las auditorías de los estados financieros hechos a la universidad desde el 2007. “Si tratas de entrar a cualquier otra universidad privada a buscar la información económica, te vas a dar cuenta que no existe”, resalta Fosca.

Sin embargo, Sigrid Bazán opina que “está muy mal comparar a esta universidad con universidades privadas con fines de lucro. No se puede pedir lo mismo de esta universidad que de la UPC o de la de Lima”.

Al respecto, es necesario resaltar que, por ejemplo, la auditoría del 2011 cuenta con menos de 600 descargas y es necesario saber leer estados de cuentas para entenderla. Además, solo presenta las cifras generales, pues los desagregados no están disponibles. Desde el 2010, la información se ha presentado cuatro veces a través del periódico oficial, PuntoEdu (ver aquí, aquí,aquí y aquí). Al parecer, no han sido suficientes. 


Julio Cáceda, REA miembro de la Comisión Central de Presupuesto.

Finalmente, el otro tema controversial es la contradicción en el discurso del VRAD. Sigrid Bazán cuenta algo interesante al respecto: “Se ha dado una cantidad de información determinada a Julio Cáceda y él está en la penosa situación de no poder transmitir esta información ni a mí como presidenta FEPUC, ni a ningún miembro del gremio o representante estudiantil ante la Asamblea”. El problema es que, si bien se cumple con la premisa de transparencia al entregar el desagregado de los datos de la auditoría al estudiante, este se ve sobrecargado de información por analizar. “Es una provocación. Es decirle a la comunidad que la información sí está en los alumnos, en uno pero está. Sin embargo, de nada nos sirve así, es casi lo mismo que no tenerla”, explica.

Por este tipo de fallas de comunicación, muy pocas personas saben en qué se invierte o a qué se destina el dinero de su universidad. Ya sea si se justifican las inversiones que planea el rectorado o la enorme planilla de administrativos que mantiene la universidad. La casa de estudios número uno del Perú podría estar atrapada en un serio problema que la presidenta de la FEPUC describe así: “Las autoridades saben que esta universidad no tiene un modelo de gestión, ni eficiente ni un modelo como tal, simplemente ejecuta y gasta, presupuesta año por año pero no hay un largo ni mediano plazo de planificación”. Pero sus estudiantes no lo saben.

16 mayo 2013

Los 10 mafiosos italoamericanos que hicieron historia

Ranking. 

Hubo un momento en la historia de Estados Unidos en el que casi todo lo que un norteamericano pagaba iba directa o indirectamente a las arcas de las grandes familias mafiosas. Dado su esquema de hermetismo vertical, se hacía casi imposible penetrar entre asociados, soldados y capos, hacia los verdaderos jefes de aquellas organizaciones criminales. Con sus intereses enraizados en negocios que iban desde el juego y la prostitución hasta el recojo de basura y la venta de abarrotes, estos transitaban las principales ciudades del país al amparo de un sangriento código de silencio heredado del viejo continente, la Omertà.

Hoy, con una sociedad estadounidense más madura, las operaciones policiales y la incompetencia de sus líderes han conducido al ocaso de la mafia; sin embargo, las estéticas de aquella edad de oro perduran en el imaginario colectivo impulsadas por los clásicos del cine y la literatura. En esta lista están los italoamericanos que lograron abrirse paso en ese mundo hostil, en base a contactos, lealtades, lazos de familia y mucha, muchísima violencia, y cuyo legado, aunque criminal, salió de los bajos fondos para convertirse en leyenda.

10 y 9. Joe 'The Boss' Masseria (1886 - 1931) y Salvatore Maranzano (1886 - 1931)


Joe Masseria.

Poco se habla hoy de estos dos, pero sus historias se encuentran en la base del crimen organizado en Estados Unidos. Cuando las estructuras de liderazgo verticales de la vieja Sicilia aún no se trasladaban a las caóticas calles neoyorquinas, ambos se abrieron paso a balazo limpio entre las bandas de inmigrantes que no tenían ninguna intención de mostrar respeto hacia los gángsters más experimentados.

Joseph Masseria escapó de Sicilia a los 17 años para evitar cargos de asesinato, asentándose en el Lower East Side, donde operaba la banda de su paisano Giuseppe Morello. Escaló posiciones rápidamente gracias a su brutalidad y hambre de poder, llegando a hacerse con el control de casi todas las actividades ilegales en la región. En 1929, Masseria ya tenía el estatus de ‘Jefe de todos los jefes’, pero su predilección por rodearse de pandilleros no sicilianos irritaba a algunos conservadores. Uno de ellos era Salvatore Maranzano.


Salvatore Maranzano. 

Oriundo de Castellammare del Golfo, en Sicilia, Maranzano fue enviado por el jefe mafioso local, Don Vito Ferro, para plantarle cara a Masseria y defender la pureza de la organización en Nueva York. Aliado a otros gángsters, alrededor de febrero de 1930, inició el conflicto más sangriento en la historia de la mafia norteamericana, bautizado en honor a quienes lo propiciaron: la Guerra Castellammarese. Para 1931, Masseria había sido asesinado mientras echaba una meada, traicionado por sus propios aliados, y Maranzano era el nuevo ‘Jefe de todos los jefes’. Sin embargo, el reinado de quien gustaba comparar su imperio del crimen al Imperio Romano duró poco. En septiembre, un hombre con una inacabable sed de poder planeó su muerte. Tras él, el hermetismo estructural y la prosperidad llegarían a la Cosa Nostra estadounidense.

8. Vincent 'Vinny the Chin' Gigante (1928 - 2005)



Vincenzo Gigante nació en el Bronx y fue de esos boxeadores grandotes que nadie quisiera enfrentar. Provisto de un gran mentón, disputó veinticinco peleas entre 1944 y 1947, y perdió cuatro antes de decidir que los bajos fondos le traerían mejores réditos. Empezó en la Familia que tiempo después adquiriría el nombre de Vito Genovese, su mentor. Cuando Genovese recién aspirada a alcanzar el poder luego de una temporada en la que tuvo que huir a Italia por un homicidio, ordenó a Gigante asesinar al entonces jefe, Frank Costello. Pero la operación falló, dejando a la Familia al borde de una guerra intestina.

Cuando Genovese por fin se hizo con el control de la familia por medios pacíficos y heredó el imperio de las apuestas, las máquinas tragamonedas y los casinos flotantes de Costello, Gigante tuvo el camino libre al estrellato. Como capo mantuvo, junto a su hermano Mario, el control del Bronx. Asumió el mando de la Familia Genovese con ‘Fat Tony’ Salerno como su segundo en 1981. En los últimos años de su vida se hizo famoso por esquivar a la ley fingiendo ser un esquizofrénico paranoico mientras recorría las calles de Greenwich Village en pijamas y conversando consigo mismo. Aun así, fue condenado en 1997 a una docena de años y murió en la prisión de Springfield a los 77.

7. Santo Trafficante Jr. (1914 - 1987)

Santo Trafficante Jr. 


Con el foco puesto en Nueva York y Chicago, muy pocos hablan de la vida de quien tuvo el control casi total del crimen organizado en la Florida: Santo Trafficante Jr., quien nació en Tampa con el destino marcado. Su padre, Santo Trafficante Sr., había escalado posiciones en la Familia Antonori, haciéndose con el control de gran parte del juego ilegal en la región. Cuando Ignacio Antonori murió, se quedó con su imperio. Sabiendo que debía tener un sucesor, envió al pequeño Santo Jr. a Nueva York para que aprendiera las maneras del crimen organizado de su amigo Tommy Lucchese. Al parecer, sintonizó bastante.

Santo Trafficante Jr. heredó el control de territorios como Miami, Fort Lauderdale y Palm Beach, principalmente en el campo de las apuestas ilegales. No contento con eso, Trafficante fue quien llevó la mafia italiana a Cuba: durante el gobierno del dictador Fulgencio Batista, operó el Casino Internacional y el Sans Souci, y compartió intereses bajo la mesa con otras familias neoyorquinas en el Hotel Habana Riviera, el famoso Tropicana Club y el Capri Hotel, entre otros. Acabada la noche, los hombres de Batista recolectaban el 10% de las ganancias de estos establecimientos para Trafficante. Luego de la revolución, Fidel Castro expulsó todas las inversiones estadounidenses de la isla, incluidas las suyas. A pesar de estar involucrado en el escándalo de la Conferencia de Apalachin, nunca purgó condena en prisión.

6. Joseph Bonanno 'Joe Bananas' o 'Don Peppino' (1905 - 2002)

Joe Bonanno.


Joe Bonanno es uno de esos casos extraños en la mafia: logró retirarse, escribir su biografía y no murió asesinado, sino por causas naturales. Nacido en el seno de una familia de tradición criminal en Castallammare del Golfo, Sicilia, el pequeño Joseph llegó a Estados Unidos cuando apenas contaba tres años. Vivió diez en Brooklyn hasta que su familia decidió regresar a Italia para ver los negocios. En 1924, desembarcó ilegalmente en Tampa, Florida, escapando del fascismo.

La Prohibición fue una época de abundancia para muchas organizaciones que se dedicaron al contrabando de licor a lo largo del territorio estadounidense. Conocida como la ‘Volstead Act’, estuvo vigente desde 1920 hasta 1933, dejando montadas sólidas redes criminales. Con ella ascendieron Masseria, Maranzano y muchos otros de los más legendarios gángsters norteamericanos. Bonanno, por supuesto, se puso a contrabandear en la banda de Stefano Maggadino, su pariente lejano.

Sus buenos reflejos y su capacidad organizativa le granjearon una buena reputación en las calles de Nueva York. Siendo conservador y coterráneo, se alineó con Maranzano en la Guerra Castellammarese, tras la cual asumió el mando del clan del difunto Salvatore. La Familia Bonanno, bautizada debido al extenso liderazgo de ‘Don Peppino’ (por Pepe, de su nombre original), tuvo que batallar para expandirse a Arizona, Colorado, California y Canadá, en las conocidas como ‘Banana Wars’. Joe fue tan respetado que pudo retirarse en paz a su casa de Arizona, donde escribió su libro Un Hombre de Honor: La autobiografía de Joseph Bonanno. A pesar de que contaba algunos entretelones de la organización, no respondió a las preguntas de los jueces, evitando violar el código de Omertà. Murió de un ataque al corazón a los 97 años.

5. Albert Anastasia 'Lord High Executioner' (1902 - 1959)

Albert Anastasia.


Umberto Anastasio fue un hombre sanguinario entre los sanguinarios. Americanizó su nombre para no avergonzar a su familia y pronto se ganó el temible apelativo de ‘Lord High Executioner’. Fue uno de los que rodeó a Masseria en sus años de esplendor, algo que molestaba a los del clan rival debido a que era de Calabria. Anastasia dirigió Murder Inc., un grupo de asesinos judíos e italianos que operaba bajo órdenes de las grandes familias mafiosas. ¿Había que matar a alguien? Ellos eran los indicados para hacer el trabajo sucio. Se podía escoger: si se quería una muerte silenciosa, solía introducirse un picahielos en el tímpano hacia el cerebro, si se quería algo más escandaloso, una ráfaga de ametralladora o el desmembramiento eran los indicados. Solían reunirse a la espalda de una tienda de golosinas en Brooklyn. Allí entabló amistad con el famoso asesino judío Louis ‘Lepke’ Buchalter, a quien luego tendría que matar por órdenes de arriba. Casos así no eran raros en la mafia, no se podía poner las amistades sobre los negocios.

Anastasia llegó a la cima cuando, tras la misteriosa desaparición de los hermanos Mangano, tomó posesión de esa Familia durante los años 50. Sin embargo, se movió mal, intentando establecer negocios de apuestas y tráfico de drogas en Cuba a espaldas de los que ya tenían el poder en la isla. Al parecer, esto molestó a varios altos mandos quienes, junto a un viejo rival, el napolitano Vito Genovese, ordenaron su muerte. En la mañana del 25 de octubre de 1957, Albert Anastasia fue repetidamente baleando mientras se relajaba en la barbería del Park Sheraton Hotel en uno de los asesinatos más gráficamente cruentos de la historia de la Cosa Nostra. La vida de un hombre como él no podía acabar de otra manera.

4. Carlo Gambino 'Don Carlo' (1902 - 1976)

Carlo Gambino.


Con solo un metro setenta de estatura y una enorme nariz de gancho, el palermitano Carlo Gambino fue un Padrino al estilo de la película. Al mando de la Familia Gambino movía los hilos del crimen organizado con la sutileza y elegancia de una mente maestra. Supo moverse para llegar a la cima del poder: él fue uno de los que estuvo detrás del asesinato de Anastasia, pero tras bambalinas, haciendo que Vito Genovese apareciera como el gran responsable. Cuando este último iba a ser reconocido como el jefe con mayor poder, fue capturado por el FBI cuando supervisaba la entrega de un enorme cargamento de heroína en Atlanta. Don Carlo había movido bien sus fichas y, con el camino libre, reubicó a los aliados de sus principales enemigos en puestos de confianza, entre ellos, los poderosos Arniello Dellacroce y Paul Castellano.

Cuando Joe Colombo, jefe de otra de las familias de Nueva York, amenazó su reinado, orquestó su asesinato. Falló, pero lo dejó en coma hasta el final de sus días. La policía, sin embargo, encontró responsable al rival de Colombo, Joe Gallo. Así era Carlo Gambino. Se cuenta que en una oportunidad un soldado de la Familia Colombo que operaba en Coney Island, Carmine ‘Mimi’ Scialo, comenzó a insultarlo en medio de un restaurante llevado por la borrachera. Don Carlo se mantuvo tranquilo, como era siempre, ante aquella falta de respeto. No dijo ni una palabra. El cuerpo de Scialo fue encontrado en un bloque de cemento en el Otto’s Social Club al sur de Brooklyn.

La vida de Gambino parece haber inspirado muchos de los rasgos del protagonista de la novela de Mario Puzzo. Por ejemplo, Don Carlo tenía la política de “Deal and Die”; si sus soldados traficaban con drogas, estaban muertos. Sin embargo, se sabe que tenía intereses en las grandes operaciones de heroína. Además, era audaz para los negocios: cuando ningún mafioso quería meterse con los bares gay, él hizo una fortuna regentándolos. Tras su muerte por un ataque al corazón, dejó al mando a su cuñado, Paul Castellano, salteándose varias reglas de jerarquía. Este nunca pudo estar a la altura del imperio formado por Don Carlo, el muchachito que llegó como ilegal al país a los 19 años y nunca obtuvo la ciudadanía estadounidense.

3. Alphonse 'Scarface' Capone (1899 - 1947)

Al Capone. 


Su nombre habla por sí solo. Se decía que los mafiosos napolitanos eran menos respetuosos de las jerarquías que los sicilianos, lo que hacía que tuvieran guerras y prácticas más sangrientas, pero menos seguras. Eso se cumplió con él. Hijo de un napolitano, nació en Brooklyn y se unió a la banda liderada por Giovanni ‘Papa Johnny’ Torrio que operaba en la picantísima zona de Five Points en Manhattan, Nueva York luego de dejar el colegio a los 14 años. No estaba hecho para las aulas. Trabajando bajo el mando de Frankie Yale, Capone faltó el respeto a una mujer mientras supervisaba un negocio y el primo de esta le hizo tres grandes surcos en la parte izquierda de la cara. De ahí su apodo, Scarface, el que Capone llevó con orgullo argumentando que eran “cicatrices de guerra”. Cuando Torrio y Yale vieron las ventajas de asentarse en Chicago, los tres emprendieron viaje con dirección oeste.

La brutalidad de Al Capone lo hizo escalar posiciones rápidamente en el Chigado Outfit (como se le conoce a la mafia de aquel estado). Con la llegada de la Prohición, el juego y las prostitución dieron paso al contrabando de licores, con lo que la ciudad se configuró en dos bandos antagonistas: al norte, los irlandeses dirigidos por Dean O’Banion y al sur los italianos de Torrio. Naturalmente, estos no tardaron en enfrentarse. El primero en caer fue O’Banion, cuyos partidarios trataron de cobrar venganza con Torrio. Fallaron, pero el italiano se asustó y decidió retirarse. Dejó a Yale al mando, pero este fue asesinado.

Entonces, el sanguinario Capone hizo un movimiento ambicioso que pasaría a la historia: la Masacre del Día de San Valentín. El 14 de febrero de 1929, hombres de su banda vestidos de policías condujeron a 14 irlandeses rivales a un garaje y vaciaron sus ametralladoras sobre ellos. Lo que parecía un triunfo de los del sur, terminó construyendo la derrota del entonces ostentoso ‘Scarface’. La masacre fue tan mediática que el gobierno tuvo que hacer algo. Elliot Ness y su grupo de ‘Intocables’ lograrían encerrar a Capone bajo cargos de millonarias evasiones de impuestos. Recién en 1939 pudo salir de prisión, totalmente incapacitado de volver al ruedo y murió ocho años después, retirado en Palm Beach, Florida.

2. John 'Johnny Boy' Gotti 'The Teflon Don' o 'The Dapper Don' (1940 - 2002)

John Gotti. 


Cuando Gambino nombró a Paul Castellano como su sucesor, un joven con increíbles talentos criminales no quedó muy contento. El sucesor natural debía haber sido Arniello Dellacroce, segundo al mando, amigo del asesinado Albert Anastasia y, sobre todo, mentor de aquel muchacho. Pero Don Carlo decidió complicar las cosas y dejar a su cuñado como jefe. Dellacroce se mantuvo leal a Castellano, apagando las ansias del joven muchacho de rebelarse y asesinarlo. Muerto Dellacroce en 1985, John Gotti ya no tuvo quien frenase sus ansias de poder. El entonces capo comenzó a cocinar la muerte de su jefe desde los mismos cuarteles de la Familia en el Ravenite Social Club en Little Italy, Manhattan. Para colmo, el torpe Castellano había dejado que agentes del FBI infiltraran micrófonos en su mansión, terminando de escribir su sentencia de muerte. El asesinato se efectuó en diciembre de ese año y John Gotti tomó las riendas de la Familia Gambino, la más poderosa en aquel momento, con Salvatore ‘Sammy the Bull’ Gravano como su segundo.

Mientras los otros jefes intentaban siempre alejarse de los reflectores, Gotti se convirtió en una celebridad. Vestía trajes de lujo y siempre saludaba a la cámara con una sonrisa sarcástica. Es, quizás, el último mafioso que vivió sus reales años de esplendor pasado el blanco y negro. La sociedad norteamericana de la segunda mitad del siglo XX conoció –y llegó a querer– a un John Gotti a todo color, mientras, por debajo, sus hombres dominaban las calles de Nueva York. Su excentricismo hizo que los federales le pusieran el ojo, llevándolo a un juicio del que salió absuelto pagando a cuento juez hubo que sobornar. No obstante, el legendario Gotti, nacido en una familia italiana de trece hermanos en el Bronx, finalmente cayó traicionado por su mano derecha, Sammy the Bull. Gravano accedió a colaborar con el FBI en la acusación de su jefe y este fue condenado a cadena perpetua por 13 delitos, incluido el de asesinato. El último gran padrino murió en el hospital de la prisión de Springfield, Missouri en 2002.

1. Charles 'Lucky' Luciano (1897 - 1962)

'Lucky' Luciano.


Sin dudas, la fama de los nueve nombrados ha trascendido sus vidas y ha pasado a ser parte de la fascinante historia de la Cosa Nostra, pero si alguien fue quien más contribuyó a poner las bases de la edad de oro de la mafia cuya descripción abre esta lista, ese es Lucky Luciano. Nacido en Sicilia y criado en el corazón de Little Italy –barrio de inmigrantes italianos en el sur de Manhattan –, dejó los estudios a los 14 años luego de ganar 240 dólares (casi 50 veces su salario semanal como portero) en un juego de dados. Decidió ganarse la vida en las calles. Sanguinario pero perspicaz, Luciano no solo tenía todas las cualidades para triunfar en los bajos fondos, sino que además aprovechó los momentos indicados. Dedicado al contrabando de licores durante la Prohibición, se alineó en el bando de Masseria antes de la Guerra Castellammarese porque siempre estuvo en contra de las arcaicas tradiciones sicilianas, útiles para el espacio rural de la isla, pero ineficientes en la gran manzana.

Fue Luciano quien planeó la traición a Joe ‘The Boss’ y quien, luego de entender que Maranzano insistiría con la figura del ‘Jefe de todos los jefes’, planeó también su asesinato. Dos golpes casi sucesivos y liderados por él que lo dejaron con la cancha limpia para instaurar su nuevo sistema. Luciano había entendido que la figura de un único líder generaba demasiada envidia, lo que no favorecía a los negocios. Estando en guerra, ningún mafioso podía preocuparse de hacer dinero si antes tenía que salvarse el pellejo. Lucky, quien se ganó su apodo y su desagradable apariencia luego de que saliera con vida de un brutal ataque policial, convocó a una reunión en Chicago. A ella asistieron los jefes de las familias mafiosas de todo el territorio estadounidense y engendraron la asamblea del crimen organizado que pasaría a la historia como La Comisión.

En ella tendrían asiento las Cinco Familias de la ciudad de Nueva York –de mayor poder criminal–, la Familia de Buffalo y el Chicago Outfit. El resto de clanes tendría representación mediante sus contactos con aquellos miembros. La Comisión se reuniría cada cinco años o cuando fuera necesario para resolver las diputas entre las Familias y evitar los baños de sangre. De ahí salió el famoso régimen de las Cinco Familias retratado por Puzzo, que en la vida real se llaman, Bonanno, Gambino, Genovese, Lucchese y Colombo. Bajo la supervisión de La Comisión, la mafia norteamericana vivió sus años de esplendor, estirando sus tentáculos a todas las actividades comerciales imaginables y haciendo fortunas exorbitantes. Todo gracias a un visionario. Luciano tuvo tanto poder que ayudó, mediante sus contactos, al desembarco aliado en Sicilia durante la Segunda Guerra Mundial, servicio por el cual se le canceló la condena que purgaba en Estados Unidos. Viajó a Italia y vivió ahí sus últimos años. Justo cuando iba a acordar con un productor cinematográfico para que pusiera su vida en la gran pantalla, le sobrevino un ataque al corazón.