Introducción
La Revolución Cubana fue la primera de su tipo en triunfar en América y lo hizo, además, en un país ubicado a sólo ciento cincuenta kilómetros de la costa oriental de Estados Unidos. Inspiradas en ella, decenas de agrupaciones de todo el mundo –pero, sobre todo, de América Latina– decidieron tomar las armas y transitar el camino que consideraban más heroico hacia la utopía comunista. El paradigma de estos sueños de heroísmo, el médico argentino Ernesto ‘Che’ Guevara, escribió en el epílogo de su libro La Guerra de Guerrillas: “La Revolución Cubana ha adquirido trascendencia continental y hasta mundial, amparada en la inquebrantable decisión de su pueblo y en las peculiares características que la animan” (Guevara, 1960). Y no le faltaba razón. Cargando este libro como manual sagrado, las guerrillas ‘guevaristas’ se propalaron por la región intentando –casi siempre con poco éxito– aplicar la teoría del foco a sus realidades específicas. El MIR y el ELN son dos ejemplos de ello en el Perú.
La Revolución Cubana alcanzó la cúspide de su trascendencia mundial en octubre de 1962, en lo que ha venido a conocerse como la Crisis de los Misiles, evento que puso al pequeño país en el centro de un conflicto económico, político y militar mundial. Un año antes, en abril de 1961, Estados Unidos había fracasado en auspiciar la invasión a Cuba de disidentes y mercenarios por la margen oriental de la Bahía de Cochinos. Entonces, la administración Kennedy decidió poner en marcha la Operación Mangosta: una invasión directa del ejército estadounidense a la península caribeña. En plena Guerra Fría, los servicios de inteligencia de la Unión Soviética detectaron el plan y ofrecieron proteger la isla mediante la instalación de misiles con cabezas nucleares. Y así Cuba, como ya lo era Turquía para Estado Unidos, se convirtió en una plataforma de tiro que puso al mundo al borde de una guerra nuclear.
Prensa Latina
El régimen cubano también desafió el ordenamiento informativo global. Por iniciativa del periodista argentino aliado de la Revolución Jorge Ricardo Masetti, del propio Che Guevara, y con la colaboración de periodistas de la talla de Gabriel García Márquez y Rodolfo Walsh, se creó la agencia de noticias Prensa Latina. En una época en la que casi todo el tráfico de noticias estaba controlado por las americanas United Press, Associated Press y la International News Service, Prensa Latina pretendió ejercer el rol de contrapeso ideológico. Gracias a los teletipos de esta agencia se interceptó un mensaje cifrado que, a la postre, permitió descubrir los planes de la invasión en Cochinos y eliminó el factor sorpresa, garantizándole la victoria al gobierno de Cuba (Anderson, 1997).
Fundada en 1959, Prensa Latina cuenta hoy con 17 sitios web y más de 20 publicaciones periódicas, entre ellas el semanario ORBE, el mensuario Negocios en Cuba, el periódico en inglés The Havana Reporter y las revistas Cuba Internacional, Avances Médicos de Cuba y Correos de Cuba. Este último está dirigido a la población cubana que reside fuera de la isla. Si bien la idea inicial de Prensa Latina fue generar un contrapeso al tráfico de noticias mundial, dominado por las agencias identificadas con gobiernos liberales, su importancia nunca llegó a igualárseles, y fue decayendo conforme se debilitaron el régimen cubano y el comunismo internacional.
Prensa Latina perdió terreno debido a su afán por tomar el trabajo periodístico como un medio de propaganda política. Es complicado pretender competir en el ejercicio de una profesión que tiene a la imparcialidad y a la libertad de prensa como guías, sobre la base de un régimen que exige ideologización y censura. Las agencias líderes desde hace más de 50 años hoy se han convertido en la española EFE, la alemana DPA o la inglesa Reuters (por citar algunas), y continúan todas del lado del poder hegemónico occidental. Y aunque responden a los intereses de los gobiernos que las albergan, la brecha que las separa de la objetividad es mucho más corta que la de Prensa Latina.
Un contrapeso mucho más notorio al dominio informativo de Occidente posterior a la Guerra Fría es la agencia catarí Al-Jazeera, que se ha convertido en la vocera del mundo musulmán. En su libro Choque de Civilizaciones, Samuel Huntington explica que las naciones musulmanas serán una de las principales fuentes de conflictos culturales y geopolíticos para Occidente en los próximos años. En un mundo en el que los poderes mundiales ya no se estructuran en base a ideologías, sino a criterios culturales y religiosos, un contrapeso cargado únicamente de ideología como Prensa Latina no tiene mucho futuro. Es, casi como el régimen que lo alberga, un proyecto cuya fecha de caducidad se acerca cada vez más.
La Revolución Cubana
Fidel Castro era un abogado exiliado por su osada oposición al régimen del dictador Fulgencio Batista, que lo había llevado a intentar un frustrado asalto al cuartel militar cubano de Moncada. Había sido dirigente del antiguo Partido Ortodoxo y esgrimido ideas anticomunistas. Y aunque a su movimiento –llamado ’26 de julio’ en honor al día del asalto a Moncada– incluso llegó a auspiciarlo la CIA (Anderson, 1997), para los cubanos que se unieron a los primeros veintidós sobrevivientes de la expedición de Fidel, el enemigo indiscutible era Estados Unidos. Durante los combates en la Sierra Maestra, muy poco se oyó de Hegel o de Marx, pero sí de un movimiento nacionalista y antiyanqui que iba avanzando lentamente hacia La Habana. En enero de 1959, aquella revolución de barbudos tomó el poder en lo que el periodista argentino Rodolfo Walsh llamaría el “nacimiento de un orden nuevo, contradictorio, a veces épico, a veces fastidioso” (Walsh, 1995).
Pero aunque el tono poético de estas palabras suene convincente, más que crear un nuevo orden, la Revolución Cubana se insertó en un ajedrez geopolítico que ya venían jugando las dos potencias mundiales de entonces, Estados Unidos y la Unión Soviética (URSS). La Guerra Fría tenía para entonces casi quince años y la carrera armamentista de ambos gigantes estaba en camino a su punto más escabroso (la Crisis de los Misiles). Ello no quiere decir que Fidel Castro haya sido un peón de la URSS. En el ajedrez comunista, Fidel supo administrar bien sus escasos recursos de poder. La Crisis de los Misiles, en parte, fue propiciada por el líder cubano para darle a su gobierno aire y protección frente a su vecino capitalista. Visto en retrospectiva, cumplió el objetivo. En la URSS, Fidel encontró no solo financiación e identificación ideológica, sino también amparo militar y sostén geopolítico. En sentido contrario, estuvo siempre claro que Cuba era la punta de lanza de la estrategia de la URSS, a pesar de su cómica adhesión al Movimiento de Países No Alineados. Y estaba demasiado cerca a Estados Unidos como para no alarmarlo. Este país respondió a la amenaza con un embargo comercial, económico y financiero que destruyó la economía de la isla en los años posteriores (ello no significa que el modelo económico cubano hubiera sido viable sin el embargo).
Un embargo que se acaba
Según información publicada por Prensa Latina, el impacto total del embargo de Estados Unidos en la economía de Cuba alcanzaba los US$90,000 millones en el 2008. De estos, US$40,427.5 millones corresponderían a ingresos dejados de recibir por exportaciones y servicios; US$19,592 millones a pérdidas por reubicación geográfica del comercio; US$2,866.2 millones a afectaciones a la producción y los servicios cubanos; US$9,866.2 millones a pérdidas en el sector tecnológico; US$1,565.3 millones a perjuicios en los servicios directos a la población; US$8,640.2 millones a afectaciones monetario-financieras; y US$6,533.8 en la incitación a la emigración de cerebros (talentos).
Recién hoy, con un modelo económico que se ha probado insuficiente, y viendo que sus triunfos en materia educativa y de salud se quedan cortos frente a la derrota en creación de riqueza y desarrollo de productividad, Cuba ha retomado el diálogo diplomático con Estados Unidos en un proceso que los analistas esperan que acabe finalmente con el embargo. Desde 1959 hasta hoy, el gobierno de la isla se ha mantenido comunista y dictatorial, pero en diciembre del 2014, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama –que no tiene la potestad para derogar el embargo sin permiso del Congreso, pero sí de modificarlo–, anunció una serie de flexibilizaciones a las restricciones comerciales que permitirán a Cuba beneficiarse en varios frentes. El primero de ellos es el envío de remesas, que según datos del Departamento de Estado de Estados Unidos citados por la BBC, ascendía ya a US$2,000 millones de dólares. Obama multiplicó por cuatro el monto máximo que los ciudadanos estadounidenses, principalmente de ascendencia cubana, pueden enviar a la isla.
El segundo frente es el abastecimiento de alimentos. Siendo países vecinos, y dado que Cuba importa entre 60% y 65% de la comida que consume (también según cifras citadas por la BBC), la flexibilización permitiría a la isla tener en Estados Unidos a una opción más cercana –y, por ende, con menor costo de flete– de la cual abastecerse. En tercer lugar está la industria del turismo, actualmente una de las principales fuentes de divisas de Cuba. Los cambios propiciados por Obama retiraron restricciones migratorias para los estadounidenses en 12 categorías, como las de visitas familiares, visitas profesionales y actividades educativas. Pese a que el turismo ordinario continúa prohibido, a la economía de Cuba no le viene mal que aumente el flujo de visitantes al país.
Y finalmente, está el campo de las telecomunicaciones. De acuerdo a cifras de la Casa Blanca registradas por la BBC, Cuba tiene una de las tasas de penetración de Internet más bajas del mundo: 5%. El Internet en la isla es limitado y costoso. Sin embargo, las reformas hechas por Obama a finales del 2014 permitirían a firmas de telecomunicaciones de Estados Unidos empezar a trabajar con el gobierno cubano para que expanda su infraestructura de telecomunicaciones.
Recién hoy, con un modelo económico que se ha probado insuficiente, y viendo que sus triunfos en materia educativa y de salud se quedan cortos frente a la derrota en creación de riqueza y desarrollo de productividad, Cuba ha retomado el diálogo diplomático con Estados Unidos en un proceso que los analistas esperan que acabe finalmente con el embargo. Desde 1959 hasta hoy, el gobierno de la isla se ha mantenido comunista y dictatorial, pero en diciembre del 2014, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama –que no tiene la potestad para derogar el embargo sin permiso del Congreso, pero sí de modificarlo–, anunció una serie de flexibilizaciones a las restricciones comerciales que permitirán a Cuba beneficiarse en varios frentes. El primero de ellos es el envío de remesas, que según datos del Departamento de Estado de Estados Unidos citados por la BBC, ascendía ya a US$2,000 millones de dólares. Obama multiplicó por cuatro el monto máximo que los ciudadanos estadounidenses, principalmente de ascendencia cubana, pueden enviar a la isla.
El segundo frente es el abastecimiento de alimentos. Siendo países vecinos, y dado que Cuba importa entre 60% y 65% de la comida que consume (también según cifras citadas por la BBC), la flexibilización permitiría a la isla tener en Estados Unidos a una opción más cercana –y, por ende, con menor costo de flete– de la cual abastecerse. En tercer lugar está la industria del turismo, actualmente una de las principales fuentes de divisas de Cuba. Los cambios propiciados por Obama retiraron restricciones migratorias para los estadounidenses en 12 categorías, como las de visitas familiares, visitas profesionales y actividades educativas. Pese a que el turismo ordinario continúa prohibido, a la economía de Cuba no le viene mal que aumente el flujo de visitantes al país.
Y finalmente, está el campo de las telecomunicaciones. De acuerdo a cifras de la Casa Blanca registradas por la BBC, Cuba tiene una de las tasas de penetración de Internet más bajas del mundo: 5%. El Internet en la isla es limitado y costoso. Sin embargo, las reformas hechas por Obama a finales del 2014 permitirían a firmas de telecomunicaciones de Estados Unidos empezar a trabajar con el gobierno cubano para que expanda su infraestructura de telecomunicaciones.
¿Hacia dónde irá la nueva Cuba?
Casi al mismo tiempo, un triunfo del sistema social de salud de la Revolución se anunció en los medios de todo el mundo: Cuba fue el primer país en recibir la validación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) por haber eliminado la transmisión del sida y la sífilis de madre a hijo. Según varios medios españoles, el ministro cubano de salud atribuyó este logro al sistema “gratuito, accesible, regionalizado e integral” que opera en su país. Al modelo comunista de la isla pueden realizársele muchas críticas, pero lo cierto es que en la carrera por la validación mundial de este logro científico, Cuba ha llegado primero.
El haber retomado las relaciones diplomáticas con Estados Unidos y estar camino a finalizar el embargo también ha significado que otros países miren a Cuba como destino de inversión. En los últimos días de junio del 2015, el gobierno de España, a través de su Compañía de Financiación del Desarrollo (Cofides) anunció una línea de financiación para proyectos de empresas españolas que decidan invertir en la isla por hasta 40 millones de euros. El secretario de Comercio de España declaró que ello era posible por el contexto de cambio político en Cuba tras la vuelta a las relaciones con Estados Unidos. Y también destacó que en este contexto, la nueva ley cubana de inversión extranjera extiende a casi todo el país los beneficios reservados a las inversiones extranjeras en la Zona Especial de Desarrollo de Mariel, la única parte de Cuba que había estado pensada todos estos años para atraer capital.
Surgen entonces preguntas para el futuro: ¿Cuba terminará volviéndose un país con un sistema capitalista tradicional como casi todos los demás? Y si no, ¿cómo asumirá la sociedad cubana la entrada de capitales a su economía, junto con el modelo de vida que ello implica? ¿Podrá Cuba encontrar un punto de equilibrio entre el desarrollo económico y la manutención de sus servicios sociales de salud y educación? ¿Se convertirá en una especie de Suecia en América, donde la participación redistributiva del Estado en la economía es fuerte, y provee de un nivel de vida alto a su población? Y, además, ¿cuánto demoraría Cuba en recuperar el tiempo perdido por el aislamiento económico en el que ha vivido durante todos estos años? Aun cuando se trata de un país cuyo PBI no supera los US$70,000 millones de dólares, su relevancia simbólica como rezago de una época que marcó al mundo hace que Cuba hoy se enfrente a las miradas del mundo.
Ernesto ‘Che’ Guevara
“(Su madre) explicó que la mentira había sido necesaria porque el día de su boda con el padre del Che estaba en el tercer mes de embarazo. Fue por eso por lo que, inmediatamente después de la boda, la pareja se alejó de Buenos Aires en busca de la remota selva de Misiones. Allí, mientras su esposo se instalaba como emprendedor dueño de una plantación de yerba mate, ella vivió los meses de embarazo lejos de los ojos escrutadores de la sociedad porteña. Poco antes del alumbramiento, viajaron río abajo por el Paraná hasta la ciudad de Rosario. Allí dio a luz y un médico amigo falsificó la fecha en el certificado de nacimiento: la atrasó un mes para proteger a la familia del escándalo” (Anderson, 1997).
El periodista norteamericano ironiza con que, al ser de mayo, el signo zodiacal del Che era “Tauro: una personalidad audaz y obstinada”, mientras que si hubiera sido de junio, habría sido de Géminis, “y para colmo un sujeto más bien mediocre” (Anderson, 1997). Esta genial ironía de Anderson no es gratuita. De no haber sido por la audacia, el liderazgo, la carencia de contemplaciones con la traición y la capacidad estratégica del Che –esta última subordinada a la de Fidel–, quizás la Revolución Cubana no habría triunfado. No en vano, uno de sus soldados, Enrique Acevedo (que cuando se unió a la guerrilla tenía apenas quince años), escribió en su diario. “Todos lo tratan con gran respeto. Es duro, seco, a veces irónico con algunos. Sus modales son suaves. Al impartir una orden se ve que manda de verdad. Se cumple en el acto” (Anderson, 1997).
En 1943, Ernesto Guevara era un adolescente asmático cuya familia acaba de instalarse en Córdoba, una pintoresca ciudad en la sierra de la Argentina. Le gustaba el rugby y Alberto Granado, su compañero de equipo y amigo del alma, lo llamaba el ‘Fúser’. Antes de acabar sus estudios de medicina, en 1952, Guevara y Granado emprendieron un viaje por Sudamérica que cambiaría sus vidas. Sobre todo la del Che. Allí germinó su anhelo por un continente unido y socialista. En el epílogo de estas primeras aventuras inocentes se encontraría con el golpe a Arbenz y con los planes de Fidel. Pero algo que pocos saben es que su primera esposa fue peruana. Y aprista. Se llamaba Hilda Gadea y fue quien lo presentó en sociedad a los izquierdistas en Guatemala. Aunque el Che se separó de ella para casarse con su amor revolucionario, Aleida March, con Hilda tuvo una hija y compartió sueños por mucho tiempo. Cuando la Revolución ya había triunfado, la invitó a vivir a Cuba.
Como dirigente de la Revolución Cubana en el poder, Guevara asumió primero cargos relacionados al manejo económico: fue presidente del Banco Nacional y ministro de Industria. Además, fue él quien plantó la cara al auditorio de las Naciones Unidas para justificar los excesos de la Revolución. “Hemos fusilado, fusilamos y seguiremos fusilando mientras sea necesario (…) nuestra lucha es una lucha a muerte. Nosotros sabemos cuál sería el resultado de una batalla perdida (…) en esas condiciones nosotros vivimos por la imposición del imperialismo norteamericano”, dijo en su discurso del 11 de noviembre de 1964.
Se especula que fue Fidel Castro quien hizo entender al Che que su radicalismo no era bueno para el momento que vivía la Revolución Cubana en 1965 (Anderson, 1997). Fruto de ese entendimiento –se dice–, y en congruencia con su espíritu guerrillero, Guevara partió ese año al Congo en lo que esperaba que fuera una réplica de la experiencia cubana. Pero fracasó. Y si las especulaciones son correctas, ya no había lugar para él en la isla. Por eso, y sin dejar de lado su anhelo de una Latinoamérica libre y socialista, al año siguiente partió a Bolivia.
Son ya famosas las palabras que dijera antes de su muerte al soldado boliviano Mario Terán, mientras le apuntaba con un fusil semiautomático: “Sé que viene a matarme. Dispare, cobarde, sólo va a matar a un hombre” (Anderson, 1997). La operación que terminó con su asesinato fue auspiciada y supervisada por la CIA. Eliminándolo, Estados Unidos creía estar erradicando a uno de los mayores líderes revolucionarios del mundo. En realidad, estaba creando un símbolo. Anderson escribiría también: “La fe inquebrantable del Che en sus propias convicciones se afirmaba en la combinación insólita de una pasión romántica y un pensamiento frío y analítico”. La importancia icónica de la figura de Ernesto Guevara es tan grande como la de la revolución con la que triunfó. Él encarna al guerrillero por excelencia, al hombre capaz de indignarse por los demás y despojarse de todo egoísmo por ellos.
Este ensayo termina con una cita aparecida en la contratapa del libro de Ryszard Kapuscinski, Cristo con un fusil al hombro, cuya edición original es de 1975:
““Poco después de la muerte del Che Guevara, el pintor revolucionario argentino Carlos Alonso pintó un cuadro que inmediatamente se hizo famoso en toda América Latina y que, multiplicado en miles de copias, apareció en forma de cartel en los muros de La Habana y de Caracas, en las aulas universitarias de Lima y de Santiago de Chile, en las viviendas de los obreros brasileños y en las chozas de los campesinos mexicanos. Alonso había pintado una figura de Cristo con un fusil al hombre, figura que, por su aspecto y su atuendo, recordaba la de un guerrillero, fuera éste cubano, boliviano o colombiano. En los países de las dictaduras militares, la policía arrancaba el cartel de los muros; en Paraguay dieron con sus huesos en la cárcel los estudiantes que habían aprovechado la noche para pegarlo en las calles de Asunción. El cuadro de Alonso se ha convertido desde entonces en el símbolo artístico del luchador, del guerrillero, del hombre que, arma en mano y en las peores condiciones, combate la violencia y la arbitrariedad en su lucha por un mundo diferente, justo y bueno con todos los seres humanos”. Aunque no fue el Che sino el sacerdote Camilo Torres, abatido a tiros arma en mano, quien había hecho de prototipo de la figura de Cristo con un fusil. Sin embargo, sólo la muerte del Che, en vísperas de la revuelta del 68 y en un mundo inmerso en la Guerra Fría, dio comienzo a la leyenda que inspiró a los jóvenes rebeldes de los países del Sur, que se desangraban bajo la férula de unos regímenes tan genocidas como impunes” (Kapuscinski, 2010).
Bibliografía
1997 Che Guevara: una vida revolucionaria. Traducción de Daniel Zadunaisky. Barcelona: Anagrama.
GUEVARA, ERNESTO
1960 La guerra de guerrillas. Segunda edición. Nueva York: Ocean Press.
KAPUSCINSKI, RYSZARD
2010 Cristo con un fusil al hombro. Traducción de Agata Orzeszek. Primera reedición. Barcelona: Anagrama.
MARCH, ALEIDA
2011 Evocación: Mi vida junto al Che. Nueva York: Ocean Press.
WALSH, RODOLFO
1995 Ese hombre y otros escritos personales. Buenos Aires: Seix Barral.
*Consultas a las páginas web de la BBC Mundo (español), El País, El Mundo, Semana Económica, e informaciones de la agencia Prensa Latina.