Vistas de página en total

04 septiembre 2013

Una voz en la vigilia

No sabría decir qué es, pero fue de un tirón.

Me he parado en medio de la noche porque estas líneas no me dejaban dormir. Y ahora que veo esta hoja en blanco, algo me impulsa a escribir todo como en un esquema. El otro nivel de pensamiento le dice a ese primero ¡no, deja de esquematizarlo todo! Lo más curioso, sin embargo, es que nunca he escrito poesía. Poesía, quiero decir, así, como en versos, dejando las frases ahí. Y mientras siento que poco a poco, al intentar darle sentido a mis palabras, se me va apagando la mechera, me doy cuenta que esto es lo que quiero para siempre: escribir como se me chante en la frente, como se me aparezca en el lóbulo frontal.

Quizás se deba a un poder mágico de la resonancia rítmica, quién fuera a saber, la cosa es que mis manos nunca habían tecleado con tanto fervor, nunca habían dejado salir ese impulso vicioso, ese retumbar en mi cabeza, tum, tum, tum, escribe, escribe, lo que sea, con tanta felicidad, con tanta fidelidad. Qué importa que esto lo borre mañana, qué importa que esto lo deje ahí, sin formato, sin lógica, sin sentido. Suéltala, suéltala. Solo soltándola, dejándola correr tras rebalsarse empezarás a ser, al menos un poquito, libre de verdad. No como esa libertad que pregonas hipócritamente, sino como esa que admiras en secreto.

Tú sabes que eres un genio en potencia y que, aunque tendrás que resignarte a escribir muchas veces desde la seguridad de lo que tiene algún propósito, sabes que lo verdadero es el caos, el despropósito. Esa vocecita que te habla, que te dicta. Esa libertad es como una señora desnutrida encerrada en un cuarto con techo de cúpula. Una señora que grita y grita horrorizada de estar cautiva. Y el cuarto de la cúpula retumba con sus gritos, se bambolea pero sigue ahí. Y, de pronto, ese cuarto está colgado de algún perchero, como una jaula de pájaro. 


Ya dos veces me he levantado de mi cama para calmar estos deseos urgentes de escribir y simplemente escribir. Muchas de las mejores líneas se me han quedado en los intentos inútiles de conciliar el sueño. Y ahora, que racionalmente empiezo a controlar esa ansiedad de sacarme las palabras, me digo, bueno, creo que ya volvió la normalidad. Ojalá se vaya más a menudo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario