Entrevista.
Algo Mariátegui es polémico. Nieto del famoso amauta fundador del Partido Comunista del Perú y defensor acérrimo de una derecha que quiso empezar siendo liberal pero terminó arrimándose al ala más conservadora, este controvertido periodista ha desarrollado una facultad innegable para enojar a ciertos sectores de pensamiento político opuesto al suyo y para estar en el blanco de sus críticas. Esas críticas, por supuesto, se las gana a pulso.
En esta entrevista, que llegó luego de mucha insistencia (no ayudó ser alumno de la Católica), el director periodístico del grupo EPENSA habla de casi todo: del estilo que lo caracteriza, del estereotipo de su abuelo, de la izquierda y de Velasco, de la libertad de prensa, de la relación entre los hermanos Agois y Montesinos, de su vida antes del periodismo, y más. Como no podía ser de otra manera, también aprovecha para disparar a sus acostumbrados blancos demostrando que –eso sí no lo duden– su estilo no es pose ni imagen: habla exactamente igual a como escribe.
Las
formas y el fondo: el estilo polémico.
El estilo directo, agresivo, medio
burlón, sin eufemismos y políticamente incorrecto, ¿tiene mucho de ti o te
inspiras en alguien?
Me inspiré en el periodismo español de comienzos de los noventa,
que era bastante más agresivo que hoy en día. Había un marxista muy bueno,
Eduardo Haro Tecglen que escribía
muy bien, me gustaba mucho a pesar de que estaba en las antípodas de mis ideas.
También estaban Francisco Umbral, Maruja Barrig, los columnistas españoles eran
de lujo en general. También me impactó mucho el periodismo argentino porque siempre fue desenfadado, más duro y más abierto. Y finalmente Liberación de Hildebrandt. Cuando leía esa clase de diarios pensaba: ¿por qué la derecha no habla así?, ¿por qué siempre somos las señoritas de la clase?, ¿por qué solamente ellos nos meten codo, patean y juegan fuerte, y nosotros estamos tan callados?
¿Qué opinas de la gente que escribe ‘suavecito’ para no ofender a la gente?
Es un estilo respetable, hay sitio para todos. Hay gente que quiere escribir muy caballerosa y me parece bien. Lo único que me fastidia es la gente que no tiene línea, los velasquistas como tu decano Gargurevich -y ponlo por favor-, que le lamió las botas a Velasco y que ahora habla de libertad de prensa. Rosa María Palacios fue mano derecha del premier Pandolfi y jefa de campaña de Hurtado Miller y ahora tengo que escucharle decir que Fujimori era un dictador. Augusto Álvarez era vicepresidente de OSIPTEL, cargo de confianza, y era el principal apologista del régimen con la consultora Apoyo, que hizo grandes consultorías con Fujimori, y ahora tengo que escucharlo decir que no es fujimorista. Tafur era la mano derecha de Carmen del Solar en Expreso y ahora tengo que leer en Diario 16 diatribas contra el fujimorismo, cuando él decía en las reuniones “ojala que este régimen dure cincuenta años”. Mirko Lauer era una lavandera, una cocinera de Velasco y ahora tengo que leer como habla de la libertad de prensa.
A mí me pueden decir lo que quieran, pero yo siempre he seguido una línea de derecha y, si es que alguna vez seguí algo, no escupo sobre eso. Que escriban suavecito o fuerte, eso es irrelevante, pero lo que sí me fastidia es el periodista acomodaticio, como son todos estos señores que luego uno tiene que escuchar pontificar con argumentos morales, como si fueran el Papa. Realmente, me saca de quicio. ¡Incluso Hildebrandt! Fue director del diario Variedades de La Crónica en la dictadura de Velasco y ahora también tengo que escucharlo hablar y perorar. Si mañana salen y dicen “mira, yo estuve con Velasco, soy rojo y creo que hay que tener control de la prensa”, pues entiendo. Pero que me vengan a dar lecciones, a pontificar, no.
El estereotipo ‘Mariátegui’ y la izquierda universitaria.
En tu época universitaria, estar interesado en política significaba ser de izquierda...
Es cierto que el pensamiento ‘progre’ es muy seductor, es muy fuerte entre los universitarios que todavía no conocen el mundo, hay mucho romanticismo, idealismo, actitudes infantiles hacia el mundo, pero no diría que era tan hegemónico. En todo caso, lo era más a nivel del profesorado que del alumnado. Era como ‘la moda’, entonces, en era difícil decir que eras liberal, que eras de derecha. Hoy lo puedes decir en voz alta, en esa época era mal visto. Si no eras de izquierda, eras anormal.
¿Fue difícil desligarte del estereotipo de tu abuelo?
No. En mi casa nunca hubo ninguna presión política y siempre fui bastante independiente. Cuando entré a la universidad me tocaban como si fuera el hijo del Dalai Lama, el verbo hecho carne, pero cuando abría la boca me dejaban en paz porque nunca fui de izquierdas.
¿Qué era lo que no te cuadraba de los postulados de la izquierda?
Nunca ha tenido ninguna lógica. Mira, yo soy nieto de un izquierdista conocido, he leído todos los libros de izquierda de mi casa, ¡de chico he mamado marxismo!, pero nunca le vi ninguna lógica. Me parecía una especie de religión terrenal donde Moscú era Roma, la hoz y el martillo eran la cruz, Marx era el profeta y El Capital era la Biblia. Era una construcción que no tenía ningún sentido con la realidad.
Encima, estábamos en la época de la Guerra Fría, y veías países que tenían muros para que la gente no se escape, que metían bala, dictaduras. Castro nunca me pudo haber seducido. Nunca he entendido a la gente de mi edad a los que los puede haber seducido, era un tirano hasta peor que Pinochet. Hasta ahora me quedo perplejo cuando hay gente joven que cree en él.
¿Eres liberal?: Vargas Llosa, Fujimori y el gobierno.
En una entrevista que te hace Bayly hace unos años dices que admiras a Vargas Llosa porque es liberal y que con los fujimoristas no vas ni a misa. ¿Qué pasó? ¿Tú te fuiste hacia el lado conservador o ellos se fueron mucho hacia el centro?
No, Vargas Llosa fue un tipo interesante porque cambió la agenda política en el Perú, eso de que no podías decir que eras de derecha porque era mal visto él lo cambia completamente. Luego he tenido mis discrepancias con él porque hasta ahora me asombra que haya apostado por un militar de izquierdas con lenguaje chavista como Humala. Gracias a Dios no ha pasado nada, pero Humala estuvo cercanísimo a Chávez, era un tipo que hacía apología a todos esos regímenes, hasta al castrismo. La versión light de la china Fujimori era mucho mejor que Humala en la segunda vuelta.
Es decir, ¿sigues siendo liberal?
Sí, lo que pasa es que era lo menos malo en ese momento. La china evidentemente no iba a ser el padre, tiene otra mentalidad, es un producto de otra época. Tampoco podemos bloquearles el acceso al poder, tienen 25% de los votos. No puedes matar al 25% del electorado. Humala ha tenido un cambo tremendo que no me imaginaba, pensé que iba a ser un régimen chavista y, por eso, me parece que Vargas Llosa fue muy irresponsable en meterse a apoyarlo solo porque odia a Fujimori porque le ganó el 90. Todo el pleito con Fujimori es porque le ganó el 90. Yo conozco a Mario, tiene un ego del tamaño de este edificio y nunca va a aguantar que un chino desconocido, un don nadie, le haya ganado: esa es la verdad de la milanesa. De Alvarito sí me espero cualquier cosa, lo conozco hace años y no me espero mucho de él.
¿Qué posición asume Correo frente a este gobierno, tomando en cuenta que ha dado este giro de 180 grados y ahora, por ejemplo, apoya la minería y tiene problemas con los anti mineros?
Lo apoyo en las iniciativas que tiene que me parecen cuerdas. Apoyo que haya respetado bastante la libertad de prensa, no me puedo quejar, no se mete con nadie…
Pero, por ejemplo, en una columna, dices que en Correo no van a hablar más de Isaac Humala, para no desestabilizar al gobierno…
No, eso es otra cosa. A mí me molesta cuando la prensa se farandulisa y eso ha ocurrido con Isaac Humala. No quiero hablar más de ese señor porque no significa nada, no es un personaje electo. ¿Qué es Isaac Humala? ¿Aparte de engendrar al hijo, qué otra cosa hizo? No ha hecho nada, no tenemos por qué darle tanta bola. Es una burla como periodistas que estemos persiguiendo a un viejito excéntrico para que suelte la primera burrada que se le ocurra y al día siguiente hacer un titular de eso. Humala no tiene la culpa de que su padre sea así. Eso no le hace bien al país, ni a la prensa, no es serio. Antauro será un payaso, pero es un político, ha organizado un partido, tiene una presencia política. Fumará marihuana y hablará barbaridad y media, pero tiene algo de peso político propio, ha tenido un periódico, ha hecho un levantamiento.
¿Cómo ves al gobierno? ¿Crees que si no impone su posición en Conga y en Espinar, la situación va a degenerar en una paralización de la inversión minera?
Ya es hora de ajustara esta gente. Son demasiados años que les toleramos las tomas de carreteras, los desmanes, las pedradas. Ya estuvo bueno de tanta tontería, de una vez hay que poner orden. Anda toma la carretera Miami-Orlando, a ver qué hacen los Marshalls contigo; anda toma Calama-Arica, a ver qué te dicen los carabineros; anda toma Irun-Bilbao y di que eres un dirigente social, a ver que hace contigo la Guardia Civil española. Hay que parar esta jarana, no podemos estar viviendo con matones. Si están en contra, hay canales para manifestarse, pero no tienen por qué ir a quemar campamentos mineros o a romper los restaurantes que no abren en Cajamarca. Eso no es protesta social, es absolutamente absurdo.
Pero, ¿será capaz el gobierno de manejarlos?
¡Debería serlo! ¡Tiene a la policía y a las fuerzas del orden, lo único que le falta tener es huevos! Esto no es criminalizar la protesta social. Desde que tengo uso de razón, la izquierda cuando hace un disturbio y le dicen “oye, ha habido violencia”, te dice “son los infiltrados”. ¡No he visto un infiltrado en mi vida! Quisiera verlo, a ver si existe. ¡Cojones! ¿Quién se da el trabajo de meterse a una manifestación y romperle la cabeza a un policía? En cualquier país civilizado del mundo no puedes hacer esas barbaridades. Punto. Eso no es fascismo, es orden.
El periodista y la libertad de expresión, la relación entre los Agois y Montesinos.
¿Crees que el periodista puede generar un cambio significativo en la sociedad?
Sí, por supuesto. Émile Zola cambió Francia con el tema Dreyfus, Woodward y Bernstein cambiaron Estados Unidos con Watergate. Acá la gente hacía cola en los años treinta para leer los artículos de Federico More.
¿Buscas algo parecido?
No, no pretendo llegar a ese nivel. Los periodistas pueden influir mucho, pero a veces nos creemos mucho el cuento. No somos demiurgos, eso es verdad.
¿Cuáles son tus conceptos de ‘libertad de expresión’ y ‘libertad de prensa’ después de haberte dedicado al periodismo?
La libertad de expresión y la libertad de prensa deben ser absolutas. Soy un producto de la dictadura de Velasco, soy un hijo de la revolución, cómo no voy a creer en ellas. Yo tuve que mamarme todo eso, cosa que no mamaron todos ustedes. A veces, cuando hablo con la gente de tu generación, me da un poco de risa porque no han vivido toda la porquería que vivimos nosotros y hablan como si todo hubiera sido muy fácil. Nosotros nos comimos bombazos, a Velasco, la hiperinflación, entrabas a un mercado y estaba todo vacio, el agua salía con caca. Después de todo lo que vivimos nosotros, ustedes la han tenido muy fácil, les abunda el trabajo. Tú salías de la universidad y a ver si conseguías un trabajo.
¿Cuáles son los límites del periodista a la hora de dar una opinión?
No debería haber ninguno, salvo ofender o difamar, insultar o mentir. La opinión no debe tener ninguna cortapisa. “Prohibido prohibir”, como decía Ionesco.
¿Tienes alguna opinión sobre la presunta relación entre los hermanos Agois y Montesinos?
No hubo ninguna relación entre los Agois y Montesinos, eso es un cuento chino. En primer lugar, acá no había un periódico político, no existía Correo. Una vez Gorriti fue tan ignorante que dijo que Correo había estado con Montesinos. ¡Si Correo estuvo cerrado el año 80 y recién se abrió cuando se fue Fujimori! No sé qué Correo habrá leído Gorriti.
¿Ojo?...
Ojo era un periódico de otra temática, era localista. Fujimori jamás se acercó a este periódico, ni este periódico se acercó a Fujimori. La única vez que los Agois hablaron con él fue cuando hablaron todos los periódicos por el tema de la guerra con Ecuador. También habló Mohme. Más allá, no han tenido ninguna vinculación con Fujimori. Tanto es así que nunca nos acusaron de eso cuando hubo la gran persecución contra todo lo que era fujimorismo en el gobierno de Toledo. Ese invento es una cojudez, no es sostenible.
Desde el colegio hasta El Comercio: ¿De dónde salió Aldo Mariátegui?
Habiendo estudiado en el Santa María, ¿qué te queda del colegio y qué opinas del modelo de educación católica frente a uno laico?
Prefiero una educación laica y mixta. Sin embargo, no me quejo de mi colegio que en ese momento estuvo muy golpeado por la reforma educativa de Velasco. Había mucho hostigamiento al sector educativo privado en la época de la dictadura militar. Tuvimos que vivir el uniforme único y toda una serie de experimentos que hicieron con nosotros.
Eres abogado y eres de la Católica…
Sí, estudié derecho en la Católica, pero soy otras cosas, no solo abogado. Saqué un máster en Periodismo en El País, soy uno de los pocos que ha estudiado acá en el medio. No saqué el doctorado porque no presenté la tesis de Ciencias Políticas en la Complutense.
¿Por qué Derecho y no otra cosa?
Quería estudiar algo de letras, pero mi padre, en un consejo muy sensato, me dijo que estudie Derecho y después me especialice en lo que quiera. Así, por lo menos él se podía morir tranquilo sabiendo que no me iba a morir de hambre. Le hice caso porque es verdad que, como abogado, no te mueres de hambre.
Pero nunca ejerciste…
No, pero no me hubiera muerto de hambre, porque como abogado hay mil maneras de ganarte la vida, puedes ser juez, litigante, notario, puedes hacer divorcios, hacer penal... La verdad que el consejo de mi padre no era malo. Acabé y de ahí hice lo que quería hacer. Además, en esa época no había donde estudiar periodismo, estaban San Marcos, Bausate y Meza y se acabó.
¿Por qué decidiste estudiar el máster en Periodismo? ¿Fue algo espontáneo o lo buscaste?
Espontáneo. Yo llegué a España y empecé a estudiar Ciencias Políticas en la Universidad Complutense de Madrid, pero tenía tiempo libre. Primero vi que en ABC había una oferta para estudiar un máster en Periodismo, me presenté y me dijeron que no podía porque era solo para españoles. Le mandé una carta al director, que era Luca de Tena, quejándome, diciéndole que el español seria como el noruego si no fuera porque nosotros lo hemos enriquecido. Él me mandó una carta muy bonita pidiéndome disculpas por lo que le parecía que era un acto discriminatorio y absurdo. De ahí en adelante, ABC se abrió, solo que no en ese momento. Luego salió un aviso en El País, postulé y quedé entre los 5 primeros, así que no pagué por el curso. Era un doctorado de la Universidad Autónoma de Madrid con El País, todavía existe. Me enseñaron Alex Grijelmo, Ángel Santa Cruz, Miguel Ángel Bastenier, todos muy buenos profesores.
¿Por qué empezaste haciendo casi exclusivamente periodismo económico?
Cuando estaba allá, contestaba bien todas las preguntas de la clase de periodismo económico. Un día el profesor, un catalán, preguntó qué era la Curva de Laffer y yo expliqué. Él me dijo “tú sabes mucho”. “No”, le dije, “pasa que vengo de un país que está hecho una desgracia, al aeropuerto de Perú le han puesto cien dólares de salida a los pasaportes”. Entonces, claro, al poner una excesiva tributación sobre algún producto se cae la recaudación, esa es la Curva de Laffer. Yo lo he vivido. Además, mi hermano mayor estudiaba economía y gustaba mucho leer sus libros. Soy muy bruto para las matemáticas, no hago gráficas y esas cosas, pero me gusta la economía y entiendo del tema.
Cuando me asignaron a 5 días, el periódico económico, quedé un poco perplejo. Hablé con David Adame que era el jefe de la sección, y le dije “oye, qué hago acá, yo he estudiado políticas y derecho”. Me respondió: “Mira, tú no necesitas ser economista para escribir de economía, como no necesitas ser actor para escribir de espectáculo, ni futbolista para escribir de deportes. Aparte acá vas a ganar mejor plata y vas a conocer gente más interesante”. Y tenía razón.
¿Un claro entendimiento de la economía es requisito indispensable para una buena crítica del gobierno?
Hace mucho bien. Lo noto mucho cuando utilizas periodistas económicos para hacer notas de política, a veces te las hacen mejor, porque hacen preguntas más interesantes en el tema económico. El bagaje siempre es bueno. Lo que pasa es que la gente le tiene mucho miedo a la economía.
¿Cómo llegas al periodismo en el Perú?
Ese fue todo un proceso. España entró a una recesión espantosa el 93, Felipe Gonzales tenía un problema similar al de Fujimori: había matado un montón de vascos con el GAL (Grupo Antiterrorista de Liberación), entonces había tirado la casa por la ventana porque tenía que ser reelegido. El 92 fue una farra fiscal y se sintió, por eso regresé al Perú.
Cuando llegué acá, practiqué dos o tres meses en El Comercio con ‘el gordo’ Zúñiga, que ya murió. Después, terminé trabajando en una importadora del Asia, como consultor de un banco y también en el Estado: trabajé en la sección de prensa de las privatizaciones. No estuve muy dedicado al periodismo en esos años. De ahí me volví a ir a vivir afuera y regresé el 98 cuando me convocaron de El Comercio, porque me conocían de cuando había trabajado con Zúñiga. Ellos me ofrecieron ser jefe de la página de economía y en el 98, el 8 de octubre, me acuerdo porque era el día de Grau, entré a trabajar allí.