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08 julio 2012

Y la boleta ¡ay!, siguió subiendo.

El valor del crédito en la PUCP ha aumentado más de 20% en los últimos 5 años, debido al modelo de gestión económica con que se maneja. 

Reportaje. 

Un miércoles de diciembre, Marcial Rubio tuvo que recorrer el camino entre el imponente Edificio Mac Gregor, en cuyo último piso se celebran las reuniones del Consejo Universitario, y el Complejo Dintilhac, mientras recibía gritos y abucheos de decenas de alumnos de su alma máter. El rector de la Pontificia Universidad Católica del Perú no pudo disimular su evidente incomodidad con lo que estaba ocurriendo, mientras la multitud lo acompañaba en el recorrido hacia su oficina. El video que registró estos hechos fue rápidamente difundido en las redes sociales y alcanzó a tener repercusión en los  medios masivos. Un grupo de estudiantes de la PUCP le reclamaba a voz en cuello a su rector que dé explicaciones sobre un problema del que se habla mucho, pero se entiende muy poco: el costo de estudiar en la Católica es alto y aumenta año tras año.


Papá, volvió a subir la boleta…

Entre todas las dudas derivadas de la pluralidad del quehacer académico que se puede plantear un alumno de la PUCP, una certeza pretende erguirse como absoluta: el valor del crédito y por ende, el valor de las boletas mensuales por concepto de derechos académicos, sube todos los años. Ya no se trata solo de cuánto cuesta, sino de cuánto va a subir. La preocupación de los padres, en la mayoría de los casos los responsables de estos gastos, y de los hijos, cuyas posibilidades de estudiar se ven amenazadas, es grande si tomamos en cuenta que el aumento ha sido de más de 20% en cinco años (cuadro 1).

Cuadro 1. Porcentaje de aumento del costo del crédito ordenado por años. Ver de 2007 a 2011, con énfasis desde el 2009. Falta el último aumento al 2012 de 4,9%. 
Entonces, un alumno de la escala más alta que en 2007 pagaba S/. 2 155 por su primera boleta mensual paga hoy S/. 2 679, mientras que uno de la escala más baja que pagaba S/. 690, hoy debe cancelar la suma de S/. 856.

“Cuando mi hija comenzó el colegio, yo pagué desde Kinder hasta segundo grado, tres años consecutivos, la misma pensión, no es que todos los años me subieran. Eso me permitió tener un presupuesto estable de mis gastos”, afirma la madre de una alumna de la universidad cuyo nombre queda en reserva. “Aquí yo estoy esperando, ahora cuánto me subirán, y tendré que ajustar aquí, bajar aquí, subir allá. Es un maltrato, genera demasiado desequilibrio y desorden en la economía familiar y eso no es un buen ejemplo para el hijo”, señala.

La incertidumbre aumenta por lo que la Federación de Estudiantes de la Pontificia Universidad Católica (FEPUC) llama un “aumento arbitrario”. ¿A qué se refiere? Hasta el 2008 se puso como criterio para determinar el porcentaje de aumento el índice de inflación en el sector educación del año precedente. Sin embargo, cuando ese año se generó una inflación de 6%, producto de políticas fiscales que el gobierno puso en práctica en respuesta a la crisis internacional; es decir, cuando ese año la inflación general fue significativamente más alta que la del sector educación, el rectorado decidió utilizar el índice general para decidir cuánto aumentar al año siguiente. Curiosamente y todo según cifras publicadas por el INEI (Instituto Nacional de Estadística e Informática), cuando el año siguiente la inflación general fue de solo 0,25%, el aumento fue mucho mayor: 3%. Así se continúo los siguientes años, alegando que ya no debía usarse como criterio los índices de inflación, sino “el presupuesto operativo del año siguiente”. Es decir, cuánto planeaba gastar la universidad.

Frente a estos “aumentos arbitrarios” se organizó un plantón de acogida moderada en el 2009. Sin embargo, la política continuó y, en consecuencia, aquél 14 de diciembre de 2011 en que el Consejo Universitario aprobó el nuevo aumento de 4,9% propuesto por el rectorado para el 2012, Marcial Rubio tuvo que enfrentar a los alumnos que lo esperaban en la puerta del Edificio Mac Gregor.

La cifra actual, ¿es muy alta? Julio Cáceda, Representante Estudiantil ante la Asamblea Universitaria (REA) y miembro de la comisión de presupuesto de la universidad, opina que sí: “En comparación con otros centro educativos de primer nivel el costo es muy alto. Incluso con universidades europeas o latinoamericanas que están supuestamente mejor posicionadas que nosotros en los ránkings, la diferencia entre lo que cuestan y nuestra escala 5 no es mucha. Entonces, para Perú si está bien alta y eso es un problema, porque se supone que la educación es una fuente de promoción social y no de desigualdad”.

Como queda claro, la universidad cuenta con un sistema de clasificación en escalas, de acuerdo a los recursos económicos que posee la familia del alumno, pero los criterios para determinar dichas escalas son criticados. Según Cáceda, luego de analizar los datos del postulante, se utiliza, como único criterio de clasificación, la capacidad de endeudamiento de la familia para poder pagar la educación de su hijo. Además, la oficina de Servicios y Apoyo Social, encargada del proceso, cuenta con solo 6 asistentes sociales para una población que en el ciclo 2011-I tuvo 2 331 alumnos ingresantes. 


Cuentas en verde, manejo en rojo. ¿Por qué las suben?

Con esto del “aumento arbitrario”, uno termina preguntándose, ¿por qué suben las boletas, en realidad? El 16 de diciembre del año pasado, la Mesa Directiva de la FEPUC publicó una carta abierta al rectorado. Entre sus puntos, expresaba su preocupación porque las inversiones de mediano y largo plazo, como investigación, equipos o infraestructura, se estaban financiando con recursos corrientes y se estaban llevando a cabo sin evaluaciones que los sustenten por ser “política de la universidad considerar toda inversión como un gasto”. Todo parece indicar que por ahí va el meollo del asunto.

            Hemos visto como la inflación, por sí sola, no pudo ser el criterio para justificar el aumento en las boletas, cuando, al ser demasiado baja, se la dejó de lado. Hay otros huecos que cubrir. El IPC, en todo caso, no debería ser el criterio a seguir para sustentar un aumento, pues la universidad no adquiere muchos de los productos contemplados en su medición, como por ejemplo papas, en gran cantidad. Más allá de ello, muy pocas empresas pueden darse el lujo de aumentar el precio de sus servicios de acuerdo a la inflación; por el contrario, deben mejorar su productividad o su eficiencia en el manejo de los recursos para poder seguir compitiendo. Es decir, me cuesta más lo que compro, pero si lo administro de manera más eficiente, le saco mayor provecho y compenso ese costo. Eso falta en la Católica.

            ¿Hay gastos superfluos? José Rodriguez es profesor del Departamento de  Economía de la Católica y opina que no: “Si hubiesen construido, para algún departamento en particular, un espectacular edificio con videos reflejantes, con una súper cafetería en el decimo piso y con sillas esas carísimas que nos venden a doce mil dólares, diría ‘oye, ¿no seas fresco no?’ Pero me da la impresión que eso no sucede”, opina.

En realidad, en vez de gastos superfluos, lo que pareciera haber son inversiones mal planificadas o mal elegidas. Para darse cuenta de ello solo hace falta descargar la auditoría contable realizada a la PUCP por la firma internacional PrincewaterhouseCoopers (PwC), de la página web de la universidad. El Estado de Resultados Integrales indica un superávit de S/. 140 238 000, mientras que el Estado de flujos de efectivo consigna un aumento neto del efectivo de S/. 21 091 000, incluso más que el año anterior, dejando como efectivo a fin de año una cifra positiva de S/. 50 642 000. En cristiano, para los que no entienden de contabilidad, lo que esto quiere decir es que tanto en el recuento de operaciones con efectivo –dinero–, como en lo que vendrían a ser las utilidades en empresas con fines de lucro, la Universidad Católica tiene las cifras en verde. Es decir, está ganando. Sin embargo, al ser una entidad sin fines de lucro, estas “utilidades” deben ser reinvertidas.

Entonces, ¿por qué subir? Por eso que mencionó la FEPUC de considerar las inversiones como gastos y financiarlas con recursos corrientes. Porque el superávit no alcanzaría para financiar los fuertes proyectos de inversión que tiene la universidad. Los recursos corrientes son los que se consiguen a corto plazo, el más importante de los cuales es el porcentaje que se le aumenta a las boletas. Con ese aumento se estaría buscando financiar los proyectos de inversión que tiene el rectorado. ¿Por qué con recursos corrientes? No se recurre a recursos no corrientes, como préstamos a largo plazo, porque, como dice la FEPUC, no se tienen evaluaciones ni ideas claras sobre si esas inversiones generarían rentabilidad a la casa de estudios. Es decir, no se sabe si el dinero que se invierte en construir un edificio, ampliar un pabellón o mejorar la investigación, va a devolver el dinero (u otro tipo de beneficio, no siempre tiene que ser monetario), más adelante. Debido a ello es que se daría la política de considerar las inversiones como simples gastos.

Estos gastos, entonces, se cubrirían de la manera más simple: subiendo el ingreso principal, las boletas. Porque, si bien la universidad consigna en su página web que las boletas de pregrado solo financian el 40% de sus actividades económicas, se olvida de aclarar que, del otro 60%, un 20% proviene también de boletas, solo que de postgrado y de formación continua. Es, pues, el mecanismo a corto plazo que da más liquidez, pero del que se estaría abusando hace ya varios años. No obstante lo que dice la auditoría, José Rodriguez considera “una bendición” tener las rentas de Plaza San Miguel, porque, comenta, no se podría cubrir todo el gasto operativo de la universidad únicamente con el dinero de las boletas, y estas rentas de los terrenos ayudan a que el precio de estas no se eleve tanto.  “¿Cómo hace la Universidad del Pacífico? No sé. Le debe costar muelas lograr implementar los planes de inversión que tiene. Porque ellos depende solo de sus pensiones y de las donaciones que consigan”, afirma. La pregunta sería: ¿cuánto más altas podrían ser nuestras boletas?

Cuadro 2. Porcentaje de alumnos matriculados en las 5 escalas, ordenado
por años.  Al 2011, según cifras de la universidad, el porcentaje de
alumnos en escala 1 siguió disminuyendo, fue de 17% en el ciclo 2011-II.
 Ahora bien, ¿de qué maneras haría efectivo el aumento en los ingresos corrientes por derechos académicos el rectorado? Las formas de subir los ingresos por boletas que se hacen evidentes en las cifras, serían tres: primero, como ya vimos, subir su precio; segundo, reducir el número de alumnos matriculados en escalas bajas (cuadro 2); y tercero, aumentar la población estudiantil: a más alumnos, más gente que paga las boletas (ver cuadros 3 y 4).



Cuadro 3. Cantidad de alumnos de pregrado por ciclo.
Cuadro 4. Cantidad de alumnos de posgrado por ciclo. 


¡Información, derecho estudiantil!

Esa era una de las consignas que se escuchó fuerte aquél miércoles de diciembre. Los estudiantes le exigían al rectorado que explique, que informe, que diga por qué. Según Cáceda, “la principal posición del alumnado es información. Cuando hemos tenido espacios para escucharlos, lo que siempre nos han dicho es ‘queremos saber por qué siempre nos la suben’”. Siguiendo esta línea, es común ver que los alumnos y los padres de familia desconocen el manejo económico de la universidad, lo que se traduce en la percepción de que hay malos manejos. 

“Me encantaría que, a los que les corresponde, expliquen a dónde va ese dinero, en qué lo invierten. Eso sería muy bueno porque uno tiene que rendir cuentas, en algún momento, de sus actos”, reflexiona la madre de una alumna antes citada.

            Lo cierto es que la información está, aunque incompleta. En la misma página web de la universidad, uno puede encontrar los principales proyectos de inversión en infraestructura, actualizados hasta el 2011, entre ellos, el actual edificio Tinkuy, o el tercer piso del pabellón de Estudios Generales Letras. Sin embargo, no se consignan las inversiones para este año, que serían varias y entre las que estarían el cuarto y quinto piso de la Biblioteca Central, las ampliaciones de las facultades de Arquitectura, Derecho y Arte, etc. También en la web, están disponibles las auditorías de los estados financieros hechos a la universidad desde el 2007, mas sólo en cifras generales, los desagregados no se encuentran disponibles. Asímismo, si bien la información se encuentra disponible, es necesario resaltar que la auditoría del 2011 cuenta con solo 137 vistas, mientras que el Estatuto de la universidad, por ejemplo, tiene 3153. Más información de este tipo se encuentra en la sección “La PUCP en cifras”.

            “No es que no exista información, debe existir, lo que pasa es que no fluye con la velocidad, ni en la magnitud con que debería fluir para que ustedes estén mejor enterados. Si más información ayudaría a entender las cosas, como esto no es bien de un individuo, ni de un conjunto de accionistas, yo creo que podía ser de público conocimiento.”, opina Rodriguez. Pareciera tener razón, pues nunca se ha visto el informe de la auditoría ser propalado entre la comunidad universitaria, como sí los documentos referentes al conflicto que mantiene la casa de estudios con el Arzobispado de Lima. Muy pocas personas parecen saber, siquiera mínimamente, en qué se invierte o a qué se destina el dinero de su universidad.

Cabe resaltar que al término de la edición de este reportaje, se intentó conseguir la versión de un representante del rectorado, incluido el rector, pero esto no fue posible. Al consultársele sobre la posibilidad de una entrevista, Marcial Rubio alegó que solo podía hablar de los temas que competían a su cargo mediante documentos aprobados por el CU. Consultado sobre si sabía de alguien que estuviera autorizado a dar esas declaraciones, respondió “No hay más declaraciones que las que se han hecho”. Habría que preguntarse, ¿cuáles son esas declaraciones? ¿Cuánta repercusión tuvieron? ¿Cuánto esfuerzo se hizo por propalarlas entre la comunidad universitaria? Y ¿sobre qué versaban exactamente?


Respuesta del rector, Marcial Rubio, a la solicitud de entrevista y a la consulta de si había algún funcionario que sí esté autorizado a darla. 
            Como dice José Rodriguez, aún con más información el problema de fondo subsistiría: las boletas son altas y, aún en la escala más baja, hay un gran número de personas que no pueden pagarlas. Según él, la universidad privada no puede pretender reemplazar al Estado, y es este el que debe proveer la educación gratuita a las personas de bajos recursos.

Mientras tanto, en la Universidad Católica el tema parece enfrentar al alumnado con las autoridades, aunque aquellos no tengan verdadero poder de decisión en el Consejo Universitario (CU), pues no cuentan con el tercio efectivo, sino solo con 4 de 19 delegados del CU. De este modo, a pesar de las buenas intenciones de los representantes, es difícil, aunque no imposible, que se implementen propuestas como aumentar el número de escalas o buscar nuevas formas de financiamiento, como servicios a terceros, que están en la agenda. Difícil, pero no imposible. Porque, como se ha repetido tantas veces en estos últimos años, “la universidad es de los profesores, los alumnos y los graduados”.



 La salida de Marcial Rubio de MacGregor hacia Dintilhac, desde dos cámaras distintas. 14 de diciembre de 2011. 

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